Como dijo el abuelo Groucho: "Partiendo de la nada llegaremos a las más altas cimas de la miseria". También recogido por el general Custer: "De victoria en victoria hasta la derrota final"







miércoles, 1 de septiembre de 2021

ALGUNOS ARTICULOS

 Bueno, pa arrancar esto otra vez voy a poneros unos extractos de añgunos artículos pa que veáis por donde voy y pa poneros los dientes largos. Ahí van tres, TRES CRACKS (aCORDAROS QUE HAY 45 ENTREVISTAS MÁS AÑADIDOS)


                                                SERGIO



 

SERGIODOSPUNTOCERO [Julio 2021]. Pues sí, ha habido algún cambio, creo que a mejor. En mayo empecé a trabajar en la secretaría técnica, ayudando al departamento de scouting con datos, y poco después el que había sido mi jefe, Javier Fernández, me llamó a su despacho y me dijo que se iba a trabajar a una empresa americana, pero desde Barcelona, y que me iba a proponer a mí para ocupar su puesto. Y desde el 1 de julio de este año soy Head of Sports Analytics del Fútbol Club Barcelona, el jefe del departamento de análisis de datos.

Sigo trabajando con los que fueron mis compañeros, y vamos a meter más gente en el departamento. Estoy trabajando bastante, pero de momento no me hace falta meter muchas más horas. A partir de ahora no voy a tener tantas funciones técnicas como antes, sino que voy a tener una función organizativa, tengo que hacer que el departamento funcione a pleno rendimiento. A día de hoy estoy hablando con todos los departamentos, presentándome, dándome a conocer…

Trabajamos con las secciones de fútbol, preparadores físicos, scouting... Analizamos el femenino, el equipo “B” y claro, el primer equipo. Antes ya lo estaba haciendo, pero ahora tengo los datos de Messi, de Ter Stegen, de Busquets



                                           ANDREA




Uf, lo que lloré yo esos primeros meses: sin internet, sin apenas contacto con la familia… Por eso se creó un vínculo muy fuerte con los españoles que estábamos allí. Esti añu está siendo el invierno más largo y me estoy dando cuenta de ello porque con el tema del COVID no pude viajar; pero te das cuenta de que a las cuatro ya es de noche. La luz ye muy importante, yo aquí veo mucho alumbrao por las calles; pues allí resulta que, por una serie de motivos, hay menos alumbrado público que aquí en España, no sé si será la ecología. La comida, yo que estaba acostumbrada, el tupper hecho, la comida hecha… Pero poco a poco fui haciéndome. Los seis primeros meses estuvimos el grupo de españoles juntos en una casa, hicimos una piña, hablábamos español… Pero el hospital nos pagó durante año y medio las clases de alemán, primero con gente de todos los perfiles y luego ya específico para enfermeros, en el mismo hospital. Llegué el 27 de noviembre y el 1 de diciembre ya cobré. El trabajo mío era ir a clase. Me acuerdo de que el día 12 de diciembre es el cumpleaños de Pilar, la tu sobrina, que ye la  mi mejor amiga; pues ya en seguida convencí a unos coreanos pa que la felicitasen, tengo la foto con unos carteles que pinté, “¡Feliz cumpleaños, Lola!” (que así nos llamamos entre nosotres) enorme. Y luego ya fuimos saliendo de aquella casa cada uno por sus medios y por sus méritos.

 

 

 MARIO  PELAEZ




Yo a día de hoy soy un ciudadano que no tengo por qué tener ninguna cortapisa, pero todavía no estamos donde teníamos que estar, ojalá. Sobre el papel tenemos todos los derechos, pero a nivel social, no; y sobre el papel va con muchas comillas, y dentro de lo que es España, y dentro de lo que es LGTB,  la T de transexual va muy por detrás. Incluso desde el punto de vista legal no están al mismo nivel. En el trabajo no tendría por qué explicar nada; yo, por mi forma de ser, soy una persona bastante femenina, y de primeras ya se asume que hetero no soy. Lo que pasa que la gente no asume que soy bisexual, porque ser bisexual en el ideario público no incluye el ser hetero. En mi trabajo no tendría nadie que pedirme explicaciones, pero ello no implica que no vayan a tratarme diferente.  Hay risitas, chistes, que indican que igual mi lugar de trabajo no es tan seguro como parece.

Te voy a poner un ejemplo y luego te lo explico. La primera vez que me fui de estancia a Nantes conocí a tres personas que estaban en mi proyecto, y el segundo día me encuentro una caja de jabón con un cartel que decía; “Soap for Mario. Drop it with caution” (Jabón para Mario. Déjelo caer con cuidado); que es una broma de gilipollas, pero ya ves que no te están poniendo en la misma categoría que ellos. Igual nos conocíamos de hacía solo siete meses; y en su cabeza no tenían intención de agredir, no era “vamos a tirarle piedras al maricón”; pero era una manera de decir que no estábamos a la misma altura. Si hicieran bromas a todo el mundo, yo podría aceptarlo, pero no era el caso. Esa broma me pasó a mí, no al resto de doctorandos; y no me rasgo las vestiduras, pero dices, “este es mi compañero de trabajo y tengo que trabajar con él”; y la gente a la que puedo contar esto no son miembros del colectivo [LGTB] y  no sé por dónde va a salir esta gente, si me van a decir histérico, o me van a llamar exagerado, si van a decir que me la cojo con papel de fumar, si lo van a tomar  como una agresión y van a tomar otras medidas. Y lo peor es que esto puede afectar mi futuro en el proyecto, puede tener influencia en mi futuro. Y al final acabamos sacando papers juntos, pero lo que me estaban diciendo es que no querían tener la interacción que implica trabajar conmigo; puedes quejarte, pero no sabes las consecuencias que puede tener.

FECHO EN CASA

 Bueno, pues después de mucho tiempo en que parece que no pasó nada (total: un infartu, una operación de hernia que hubo que repetir, una jubilación, una pandemia,  dos subidas en bici a los Lagos en 12 días, octubre 2020; nada, caxigalines...) 

Bueno, pues que sepáis que después del éxito mundial de mi primer libro ("Cachinos de mina", diciembre 2021. Mira-y en Amazon Kindle, que ya se agotó) resulta que ya voy a por el segundu, "Fecho en casa". 

Se trata de  45 testimonios/ entrevistas de alumn@s del IES La Quintana a los que fui añadiendo gente de parecidos perfiles con una premisa fundamental: gente que tuvo que aprender, desaprender y volver a aprender. Vuelas los másteres, las matrículas de honor, los doctorados, las carreras punteras, informática avanzada y... el inglés, amiguinos. 

 


 

Chaval@s como vigues, destinos increibles: Hong Kong, Marruecos, Harvard, Mozambique, Suecia, Leicester, California... No se me pueden quejar, que esto es bueno y muy barato (Rubén Blades dixit). 

El libru ya está acabau, ahora estamos corrigiendo en la estupenda Imprenta de Otero, últimas pruebas y, si todo va bien, y aguantando la gana de mear, el libru saldrá en torno a San Mateo. 

Como avisar uno por uno es un peñazo, vamos a ver si nos comunicamos con el blog, que si no voy a repetime más que lospolíticos hablando de la subida de la luz. Eso si, si queréis alguna aclaración, al maestro armero o, en última instancia, al 615 28 34 51, donde os atenderá amablemente mi webmaster (o sea, yo).  

Y supèrhipermegaimportante: TODO LO RECAUDAO CON EL LIBRU VA A IR DESTINADO ALA LUCHA CONTRA EL CÁNCER. Así que entre vosotors y yo, vamos a ser solidari@s. Venga, seguiremos informando.  

lunes, 23 de noviembre de 2020


RULA

 La raíz mía vien de la minería, los mis güelos, mi padre, el mi hermanu… Yo era el benjamín y claro, yo fui pa la mina. Al final yo fui el últimu de la mi familia que entró. Mi güelu murió con 97 años, ni silicosis ni ná,  murió de vieyu, ellos trabayaben en mines de monte. Nosotros somos de la parte  de Cabufel, pertenecíamos a la parroquia de Lada… Mi padre venía aquí a Ciañu al pozu Samuño a Carbones Asturianos, salíen de casa a les cinco la mañana pa entrar a les siete. Andando, y  luego vuelve; uno con otro, eren quince hores fuera de casa. Yo cuando entré la gente ya venía en el camión, o veníen en autobús. Pero a veces había que venir andando hasta  Sama y coger la línea.

Había trabayu donde quisieras, de un día pa otru cambiabes a donde más ganabes; dejábeslo  aquí, marchabes pa allí y ya te decíen,  “sí, pués empezar mañana”. Mi padre y mi güelu trabajaben pa Carbones Asturianos, y gracies a eso pudimos bajar pa la barriá, porque la empresa construía vivienda pa los obreros. Cuando vinimos pa san Antonio, en la barriá les cases eren por pozos. Unos portales eren de Carbones Asturianos, otros eren pa Carbones de la Nueva…

El pueblu estaba construíu en torno al carbón, había que bajar el carbón de La Nueva, del Samuño, too por el valle del río Samuño hasta Ciañu y luego al tren a Sama. Carbones Asturianos sacábalo hasta el Cadavíu; tovía hoy se ven les tolves, la estación pa descargar los trenillos. Luego había unos cagilones que bajaben por encima de la Salle, por aquí detrás, y pasaben por un puente y luego llegaben al Pompián y allí ya lo basculaben. Carbones de la Nueva ya era diferente, ellos teníen un trenillo que venía por encima de la barriá hasta la Química del Nalón… Había nosecuántos trenillos dentro del pueblu, y luego ya lo sacaben a la FEVE y a la estación de Sama. Aparte de los mineros había maquinistas pa trabayar  los trenes, y luego carboneres, muyeres que recogíen el carbón pa vendelo. Contaminación ahora no hay nada, cada poco había riaes, nates,  que llegaben hasta el cruce de Ciañu, ahí donde el semáforo; una vez bajó una riada desde Samuño hasta aquí y entró por los bajos, la tintorería, la relojería de Maximino, la peluquería… cómo sería que el bar el Pozu  inundose hasta arriba. 

Cuando volvía mi padre yo siempre y miraba el bolsu, siempre me traía un pinchu, lo que y quedaba del bocadillo… Ojo, a mi padre y a mi güelu tocoyos trabayar una hora a la semana pa Pachu [Franco], trabayar gratis, aquello que decíen “pa levantar el país”. Trabayábase de lunes a sábado, y el domingo era descanso pa ir a misa. Mi padre era entibador, tuvo un accidente muy grave, había dos vagones y apegáronlu contra la pared, y operolu don Vicente Vallina, pero quedó muy mal,  la paga no llegaba a veinte mil pesetes, y eso con la ayuda del Montepío.

 Yo entré con veintidós años, pero libré la mili. Resulta que cuando tuve que hacer el reconocimientu pa Hunosa detectáronme una desviación en la espalda, y al poco llamáronme pa la mili, y fui al ayuntamientu y nadie miró pa mí, y dijéronme: “¿Usted alega algo?” “Bueno, yo alego la columna”, y estaba esta muyer del ayuntamientu que era joroba, y ella púsolo allí. Y luego llamáronme pa Oviedo, y primero fui al Rubín, pero luego mandáronme donde ‘taba antes lo de los autobuses, que había un hospital militar, y la sorpresa ye cuando me dicen que ´taba exentu. Y yo cuando me paraba la Guardia Civil, que decíen que tenía que cuñar la cartilla, yo decía: “No, que ‘toy exentu, mira el papel”. Y mira por dónde libré lo de la mili por Hunosa.   

Güelgues, era raro que trabajáramos un mes enteru; era raro el mes que no hubiera alguna cosa. A mi padre toco-y la güelga del ’57, la del ‘62, y a mí la del ’76. Cuando empecé a trabayar mandáronme al Trabanquín pa aprender de ayudante mineru, y tocáronme tres meses. Cuando no había güelga la Guardia Civil no te daba muchos problemas; eso sí, cuando te pillaben de noche había que saludar, buenas noches, y a dónde va usted… Y había muchos guardias competentes, buenes persones, pero había alguno… Estaba ésti  que estaba too el día en una Vespa, me parez que lu llamaben Cano, esi era mejor no te lu encontrar.  Había un paisano de Cabaños que el primero de mayo colgaba la bandera del Partido Comunista de lo más alto de una grúa, y cuando lu cogíen, porque era siempre el mismu, decía él: “Ahora subir a quitala vosotros”,

Yo siempre entregaba les perres en casa, y el mi hermanu, hasta que se casó con veinte años, también. El día de cobrar había que poner el sobre encima de la mesa. Y cuando iba a salir algún sábado o algún domingo, mi madre dábame quinientes pesetes pa los dos días. Había otros que no lo daben, o porque la madre no quería; pero yo sabía que en casa no estábamos muy allá, y yo tenía que aportar mi granito de arena; porque mi padre, con lo del accidente, empezó a trabajar de camarero en la sala de fiestes, en el Elefés; y cuando hicieron la asociación de alumnos de la Salle, mi padre era el que llevaba el bar.  Claro, había tal control que yo llevaba osties en toos los laos. Y cuando estaba caliente la cosa, a apuntar en la tienda, quién no apuntó en la tienda, aunque mi madre no era de apuntar…

Después tuve un accidente, cayome un peñón encima la pelvis,  bajó el techu y ‘tuve retirau diez años o cosa así, tenía la cadera deshecha; pero como se ganaba muy poco recurrí pa que me dieran el alta, y trabajé un año y prejubiláronme

Negocios en Ciañu, ya no digo ná, estaba a tope. Qué se yo… . Oficina de Correos, tres bancos, policía municipal… Había trabayu pa too el mundo; ahora, ná. Mira el [banco] Sabadell, que tovía nos cerró el otru día. Había una panadería en la Puente Carbón, otra en la avenida de Laviana, que era donde trabayaba Martagón el de los Stukas. Carniceríes habría como seis o siete, Peto, Esperanza, la carnicería de carne de caballo aquí al lao del instituto, la de Manolín, la de Marañón… Y bares ya no hablamos; pa haber aquí más de cincuenta bares… Por decite algo, pa arriba del Chato tovía había uno o dos; luego ‘taba el Chato, estaba la de Milito;  la de Caballero, Sarita…eso era sólo en la Nueva, sin llegar a Ciañu.  Sólo en la Nueva había catorce bares. Gente había a esgaya; tú date cuenta que por ejemplo, sólo en la Casona, allí arriba, que ya ye lo último del valle,  había como cien persones, y esos teníen que venir a trabayar desde ahí arribones. San Luis y Samuño eren dos pozos grandes, ya sin contar María Luisa, eren mil y pico jornales…

En la barriá eramos todos una familia, les puertes estaben abiertes. En navidad íbamos de un portal al otru, cantábamos… Tú date cuenta que de Cabufel bajamos un montón pa la barriá. Los chavales no éramos gamberros, pero éramos inquietos, siempre armábamos alguna; a lo mejor, cuando paraba el trenillo, metíamonos a coger un poco de carbón, hierro…  y vendíamoslo en la chatarrería de Tiva, apegao a la casa de Terente. Con eso alquilábamos una bicicleta que nos costaba, no sé si eren dos pesetes medíu día, cinco pesetes el día enteru, pa ir a bañanos a unes piscines que había en la Nueva, tirando pa la Fresnosa. El agua… salíamos congelaos, en verano, era increíble.

Los colegios seríen lo que fuera, claro que tiraben pa’l arzobispao, y pa los curas, y yo no entro en cómo fueran, pero por lo menos ayudaben a organizar el pueblu; tú mira too la gente que estudió en la Salle, y les moces en el colegio de les monjes, y en el Plácido Beltrán, y la escuela de Juaquinita en el Nadal; que antes tu ibes por la cera, y como pasara una señora, tú a la calle y la señora pegao a la casa, y lo de levantase en el autobús, como se enterase mi padre que no me había levantao pa dejar el sitiu a una señora, o a un señor mayor… eso dónde lo ves hoy… 

Tú fíjate si habría perres gracies a les mines que los colegios y el asilo estaben pagaos por la familia Felgueroso, sobre todo el de les neñes, que lu mandó hacer doña Rosario pa que estudiaren les críes. Así ye que el parque está dedicau a doña Rosario Felgueroso. Luego les  perres marcharon pa Gijón… Después la familia Felgueroso cogieron Mines de la Camocha, pero las perres hicieronles aquí. Mira cómo sería la cosa que con Franco, había un Felgueroso que fue alcalde de Gijón; y después, con la democracia, Paz fue alcaldesa de Gijón con el PSOE. Y ye que les perres no entienden de política. Eso sí, José Manuel, el que fue presidente de Hunosa, mandó que cuando muriese tirasen les cenices al pozu Fondón. Y allí ‘tá.

Había tres o cuatro curas, el que mandaba era don Amalio, porque hasta los curas de Sama dependíen del arcipreste de Ciañu. Cuando íbamos a confesar siempre queríamos que nos tocara el sordu; como no oía muy bien… Pero don Amalio ya te sacaba too el ficheru; primero preguntábate por tu padre y tu madre. “Tú yes fiu de…” “De Fausto y Luisita”. “Ah, claro, vosotros vivís en tal sitiu…”. En el colegio los frailes yo era un fichaje cojonudu, cada poco ´taba castigau en el pasillo; luego escapábamos por detrás a coger castañes; pero cuando volvíamos, “¿dónde estuvisteis?”, y nosotros, fuimos al serviciu; pero enseguida nos miraben la ropa, y encontraben les castañes, y osties al cantu; y cuando llegabes a casa, más palos.

Una vez un amigu míu, Victor, que ya murió, éramos uña y carne… fuimos a bañanos aquí en el Nalón, donde Campuná, y escaparon-nos con la ropa… Y tuvimos que ir desnudos hasta San Antonio, y garramos ropa de un tendal; pero cuando llegamos ya lo sabíen, y ya nos estaben esperando… Y venga osties,  el otru vivía en la esquina de allá, y oía yo les voces desde mi casa, y él oía les míes desde la suya… Y cuando íbamos a bañanos siempre nos pillaben porque llegábamos a casa con los oídos llenos de carbón, siempre te quedaba el carbón en les oreyes…

Y luego fui alcalde de barrio y tocáronme toes les guerres: lo de la droga, lo de la metadona, que lo queríen meter en un sitiu y otru, los emigrantes, distribuir comida por la barriá sin que se supiera que lo habíamos comprao en la Asociación de Vecinos o que lo donaben les monjes, lo del hospital de parapléjicos, que ahí también apoyamos… y decíame un amigu, tú cómo no te metiste en algún partido políticu, y yo, porque no me quieren en ningún lao…

 


 INIO

 Tengo ochenta y seis años, nací en el ’34. Tuve más nombres… Mi padre púsome Baudidinio, pero luego quedome Laudelino, pero por Laudelino no preguntes, ahora llámenme Inio, na más. Yo soy de la Canga, donde el Corralón, la Texuca, la Fresnosa… Mi padre era de Carbones de la Nueva.  Mi padre trabajó en la mina, pero luego enfermó, no sé qué enfermedad tuvo; y sacáronlu, y estuvo montando la casa máquines con los alemanes en la Nueva; y decíen los alemanes, esti señor tien que quedar aquí porque sabe de too, entiéndelo too, El pozu llamábase San Luis, porque el ingeniero era don Luis. Luego un hermanu míu entró en la empresa, y como ‘taba enfermu mandáronlu pa la casa de máquines. Había allí un reloj de unos alemanes que lu montaron, y estropiose, y ahora quién lo arregla, hay que llamar a los alemanes. Y el mi hermanu lu arregló, qué te parez; por eso, hay gente… él, que nunca ‘tuvo con los albañiles, ni con los carpinteros… Nunca estuvo de nada y sabía de todo. Y esi reloj ahora tovía ‘tá en la casa máquines.

Luego mi pá murió , con catorce fíos, y a mi madre no y quedó un garrapu.. En casa éramos catorce hermanos. Alguno murió de fame, digotelo yo. El últimu que murió de siete años tovía lu conocí yo, tendría yo tres años… Yo era el últimu, cuando murió  mi padre tenía once meses. Por eso yo cuando mamé mi madre tenía mala la leche, y yo enfermé. Yo era una ampolla de los pies a la cabeza. Y lleváronme a un médicu o dos y dijeron que me iba… Pero mi madre no tiró la toalla, amigo…  Entós llevome a don Cándido a Sama, el médicu más famosu que había en Asturias. Y dijo mi má, “vengo aquí con esti neñu a ver si me sirve de algo, pero no puedo paga-y”. Y don Cándido mirome, esti neñu cúrolu yo; y dio-y a mi madre dos pesetes pa que me diera algo de comer, qué te paez.

Los mis hermanos, siete fueron muriendo  y los otros entraron toos a trabajar, y yo entré con los albañiles cuando tenía doce años fui a pedir modo, y en la Nueva empecé en el exterior con catorce años, porque no te dejaben entrar en la mina hasta que teníes quince años. Entré de guaje, estuve dos años, y dos de los mis hermanos ya estaben dentro, sacábenme ocho, diez años… A la Canga, andando; bajabes como nada, y subir era media hora. Trabayar, eso si, como burros, toos los sábados. Yo entraba a les seis de la mañana y salía a les seis de la tarde, too el mes, tou el añu. Echaba doscientes cuarenta, doscientes cincuenta hores al mes, los sábados. De guaje cobraba siete pesetes, y les hores pagábente lo que querien. De picaor ya ganabes según lo sacaras, si te poníen un ben promediu.

Resulta que yo entré con un tíu, hermanu de mi madre, que era vigilante, pero no estaba ná más que pa explotame. Yo diba pa casa y anotaba les hores y salíenme en el libramientu setenta, ochenta hores menos, y quedábase él con ello, y no podíes chillar, y yo decía, voy  matalu, pero decía mi madre: “Calla, fíu!”, y a callar.

Fame en casa… No te digo yo que llevaba pa la mina un tortu poco más grande que esta mano con dos patates frites enriba, y tenía que ‘tar hasta les seis de la tarde con aquello en bolsu; que bajaba de la Canga y apetecíame comelu, pero decíame, “hasta les seis de la tarde, muérome, tengo que aguantame”. En el pueblu había quién tenía un fíu o dos na más, pero mi madre tenía muchos…  Cómo sería que mi madre una vez plantó unes patates por la mañana y tuvo que desenterrales pa que les comiéramos por la noche. Yo lo que más me mató fue que un día llegamos yo y el mi hermanu, y encontramos a mi madre llorando. “Bueno, madre, ¿qué y pasa?” “¡”Toy llorando porque no tengo qué vos dar de comer”. Eso ye un poco triste… Pa una madre…

Frío, nun te digo ná. Tapábamonos con sábanos de la yerba, y teníamos los colchones de hoja de maíz, que bueno, aquello tovía era un poco caliente, fozabes por entre ello… Y echábeste entre ello, y tovía ruxía…

Yo entré en el añu 50. No había seguridad; yo empecé con una boina, como too el mundo, y alpargates. Como te cayera un costeru, la boina no valía pa ná. Grisú, gas, a pandiar, eren los peores pozos pa el gas, esti y la Camocha. Conmigo matáronse dos o tres, eso conmigo. Pero accidentes había cada poco. Llevábamos la lámpara colgando, yo llevaba la mía, el pipote [botijo] de agua y la lámpara de repuestu, pa si faltaba la del picaor, andando por la galería. Silicosis, yo libré, siempre estuve bastante bien. Pero gente que morrió de silicosis, munchos…munchos. En Oviedo tirábense por la ventana muchísimos. Yo cuando empecé en el añu ’50 no había nada; luego ya abrieron lo de [el hospital de] Silicosis, y llevábente a Oviedo, y limpiábente pa dos o tres meses.

La Nueva era un pozu que daba muchu polvo. Yo tuvi suerte que la mascarilla no la quitaba. Les mascarilles veníen con esponja, había que mojales pa poneles, y eso era peor, porque esa humedad iba pa los pulmones; luego ya nos les dieron con filtro, cambiabes el filtro y eso ya valía mucho.  Y tocome con les mules, eren males, pero más males teníen que ser, yeren más listes que… Ya sabíen la hora, qué te paez. Sabíen la hora que teníen que salir. Cuando enganchabes un tren que pasaba de la hora era que no se movíen, yera igual que yos dieras de palos. Sabíen cuándo teníen que salir, como toos. Diben pa la jaula y metíense enla jaula, hermanu… como paisanos.

La primera guelga fue en el 57, fue muy gorda; pero valió, porque sacamos mil pesetes más de aquella; y de aquella fue cuando empezamos a comer un poco curioso. En la Nueva había cuartel, cuando salíes a la plazoleta del pueblu ya te ‘taben esperando. Si a lo mejor reñíes con un vigilante, a los guardies. Andabes asi de derechu. De aquella un vigilante era bastante pa mandate pa la mili. Fue una guelga muy corta, pero dabente palos, y venga. El pozu Maria Luisa taba arrodiau de guardias; y como nunca había habido ninguna, meca…   Dieron leña a retorcer, teníen que paralo como fuera. Pero ahí empezamos a prosperar y fue cuando empecemos a estar bien. Porque antes había comida, pero ‘taba too muy caro. Un litro de aceite valía cien pesetes, y ganabes tres… Luego de la guelga ya podíes pagar un poco más curioso, ya empezabes a prosperar algo, tener zapatos en condiciones.

Los vigilantes eren infames. El vigilante era bastante pa echate pa la mili. Menos mal que yo libré de la mili por la mina; pero si discutíes con él, mandábate pa la mili como ‘taba mandao. Los vigilantes pensaben que la empresa era de ellos. Luego había guardiajuraos, los guardias, había uno que era el cabu que mandaba too, vivía en les cases donde les oficines de  Hunosa, en una vivienda que había arriba; y mandaben mucho, era el que daba les cases en la barriá, él y un practicante que también mandaba mucho; él, y el mi cuñau, Camblor. El mi cuñau fue el que me dio a mí la casa en la barriá. Los guardias llevaben una carabina, pero no era muy allá. Y hacíen controles pa cachear a la gente pa que nadie se metieran con tabaco, habíalu que se metía con el mecheru en la mina, pa fumar, y había que cachealos, porque si prendíen un pitu volábamos todos. Y cacheábente arriba o en planta. En la Nueva, si estalla el gas como tenía que ser, bajaba el castillete enteru. ¡Bueno!… funde la Nueva entera.

  En el ’67 ya entró  Hunosa, y eso fue un cambiu, mejorose mucho por lo que invirtió en seguridad, poner un vigilante de seguridad, guantes, pero cuando me dieron el primer par de guantes… ¿quién trabaya con guantes? Valíen mucho cuando tabes picando, porque el martillu márchate, y dabes contra el carbón, yo tenía les manes abrasaes. Pa picar, si que valían; pa postiar, garrar el mangu del hachu, había agua… Un gatu con guantes no caza, yo quitábalos la mayoría de les veces. Cuando me tocó el primer sábado que no hubo que trabayar, madre del alma… Yo no lo creía…

Estuve en la Nueva hasta el añu ’70, cuando ya cerró y ya era Hunosa, pero luego bajáronme a Samuño y ahí estuve catorce años, hasta que me jubilé. Y cuando marché y empezaron a dame una pensión, yo no lo creía. Tovía no lo creo ahora… El primer día que no sonó el turullu, no fui capaz a dormir aquella noche. Retireme en el 83, entós ya no se trabayaba los sábados, si acasu algún sábado al mes, era Santa Hunosa.

Yo tuve suerte, ´toy pegau a dios, o algo; yo accidentes nunca tuve, na más un poco… Acuérdome que ‘tuve mancau en un pie. Subía por el ramplu arriba porque los picadores entraben a les seis de la mañana y mandáronme trancar porque había que soltar unes pieces, había que ponese en tira pa bajar la madera. Y de repente soltose, y bajaron les mampostes, y una pasó junto a mi, pero la otra cayome en un pie… No me lu arrancó de chiripa. Tireme po’l ramplón abajo, no sé como llegué; pero cuando llegué,  tuve que sentame.

Estuve picando 25 años, y luego tiróseme a la vista, ya lo llevaba arrastrando desde  guaje. Tuve que ir a un médicu particular, el que yera del seguro, por la empresa, pero tuve que ir por lo privao, era Muros, de Sama, no sé si lu conoces, estaba en el Adaro pa la empresa. Entos fui pa la empresa otra vez con un papel que me dio, y dijo Laurentino Cocaño, , bueno, con esto vas al ingeniero, con el papel. Y fuimos yo y un chaval de la UGT, fue un sindicalista conmigo,  y dizme el ingeniero,  bueno, usted con gafes…  vas dir pa fuera, pero hay que firmar la categoría. ¡Y faltábenme dos años pa retirame! Quedeme mirando pa’l ingeniero, mire qué y digo, usted, en mi casu, ¿firmaría la categoría, pa dos años que me queden, voy dir pa fuera perdiendo dinero? ¿Usted fadríalo? Quedó mirando pa mi, no me dijo ni esto. Y dijome, bueno, vaya al capataz, pero el capataz, si no dijo ná el ingeniero, ¿qué me iba a a facer? Así que no dije ná, marché.… Pero encontré al capataz, Inio, qué te pasa… esto… Bueno, pa ti tengo yo puntu. Y púsome con una rozadora, pero con gafes. Pero cuando ‘tas en el fondo sacu, con aquel calor, humedad, polvo, les gafes tómense toes… Yo taba aburríu. Pasé dos años amargau con les gafes, pero tuve que aguantar.

Y voy contavos el últimu día que me retiraba  yo; por eso digo que conmigo tien que ‘tar un ángel, o qué se yo… Porque yo el día que me retiré estuve trabajando hasta última hora, el últimu día, ya en el ’83, con cuarenta y ocho años. Yo taba con gafes y taba tirando de maquina, y llega  el vigilante, Delino, baja ahí mismo y quítame esa tranca, que va a venir el tren con el relleno, va a venir el postiador. Y dije yo, el últimu día, hermanu… de aquí p’abajo no paso. Na mas. Marcho, y encontré al postiador por el camín, Inio, enhorabuena, qué bien, ya marches… Dejábame siempre el pobre manzanes, naranjes,  colgaes de la tubería pa que les comiese. Salgo, estaba en un bar, y oigo, cagondiez, matose uno en Carbones. Resulta que era el postiador que se puso a hacer lo que me había mandao el vigilante.