Todo empezó haz… ¿veinte? días,
cuando empieces a sentir un dolor como una lenteja al acabar el esternón, apenas
una moneda de un céntimu, y pienses que ye el asma, otra vez el asma. Así que
vuelves al Ventolín, al Atrovent, un día y otru día. Y como ves que no mejora,
pues decides olvidalo, ya pasará, si pa la poca bici que estoy haciendo no me
molesta… Y meteste en el final de trimestre, conferencies, reuniones, prensa,
notes, reuniones, ordenador… Como si nada, pero el dolor va creciendo poco a
poco, una moneda de cinco céntimos, de diez, de veinte, de mediu euro.
Pero el viernes por la noche ya
duermes mal, y a pesar de too decides coger la bici el sábado. Y ahí no haces
nada, ‘tas gripau, y eso que haces un par de subides cortes; pero no eres capaz
de llegar ni a Cabueñes, a la Laboral. Y por fin se impone la sensatez, vuelta
a casa (y otra cuesta), ducha, tirar la ropa por la habitación, taxi y al
hospital de Begoña.
Urgencies, lleno, aquello parecía
una fiesta de prau. Tras hora y media (no exagero) hacente el triaje y, cuando
ya estás a puntu de marchar pa casa de puru aburrimientu, sal el tu número
mágicu en la pantalla, ye como cantar bingo. El médicu ye un sustituto de fin
de semana, pagau con sueldu de suplente eventual, ni siquiera ye de la plantilla, precariau,
por los apellidos prefiero no saber más del su currículum. Y empezamos a palpar, y da con el dolor del
esternón, va a ser eso; ¿usted movió algún peso? Hombre, todos lo hacemos, lo
normal, les bolses de la compra, una caja de cerveza (¿¡veis como el alcohol ye
malo!?) Pues nomas va a empesar por ahí… Y el diagnósticu, osteocondritis, manda
cojones, la palabra ye pa nota. Inyección de antiinflamatorio (¡que al día
siguiente tovía tenía la tirita en la ñalga!) y pa casa.
Pero si la noche del viernes fue
mala, la del sábado ye peor. Decir que dormí fue un eufemismo. El dolor ya ye
como si te meten veinte euros por el pechu, un billete de cincuenta euros. Y a
las siete de la mañana no hay otra opción: vestime como pude y a les ocho (hay
que dejar dormir a los médicos...) salí pa el hospital Adaro. La buena suerte fue
que encontré a la mi amiga Inma, médica de UCI en el Centro Médico, que marchaba pal
su curro, qué vas, a dar un paseín a estes hores; qué vas a contestar, sí,
claro. La mala noticia fue que me di cuenta de que con les prises había dejao la
cartera en casa, vuelta a la casilla uno. Y el camín al Adaro, apenas un
kilómetro, conviertese en el camín al
Calvario, no hay fuelle, no avanzo, no soy a dar un pasu. Menos mal que no hay nadie en la calle, la mañana estaba
como boca de llobu.
Y en el Adaro la médica coincide
con el diagnóstico del sábado, dolor muscular, pero por si acasu… vamos a hacer
un electro. Y el electro da zones indefinides, falta información. Y por si
acasu… vete al Centro Médico.
Entré bien al Centro Médico, por mi
propiu pie, bromeando, consciente y orientau. El triaje llevose a cabu sin
mayores problemas, tiéndase en la camilla. Pero cuando me dejen solu empieza el
dolor de verdad, the real one, es como si te empiecen a poner un libru sobre otru
en el pechu, vamos al repetir el electro, ya van tres, y otro libru, y otru… Y
ya el médico te diz la palabra mágica, y quieres que te trague la tierra. Menos
mal que empiecen a llegar otros médicos, ATSs, auxiliares, aquello parecía una
fiesta de prau, y mira por donde, pasa por allí Inma, a la que había ‘topao dos
hores antes. Y si hasta entonces me habían tratao con exquisitez, entonces ya
el trato es de guante blanco. Y por una vez en mi Vida (así, con mayúscules)
estaba en el sitiu justu en el momento correcto.
La UVI móvil ye pa vela por
dentro. Contarontelo mil veces, dijerontelo,
sabes que pueden hacete una transplante de corazón allí mismo; pero por
mucho que te dicen, no yes capaz a comprender todo lo hay allí. Si te dicen que
te van a llevar a la luna, créelo, el aparataje ye monstruoso; hasta te pueden
decir el día que cortaste les uñes la primera vez.
Y como me lo garraron a tiempo, a
la hora ya me están haciendo el cataterismo. Como algo debo tener bien, entra
por la muñeca a les mil maravilles. Voy dicivos, a día de hoy tengo una señal
en la muñeca como si me hubiera picao un mosquitu, no más grande. Y el monitor
por el que el médicu te ‘ta poniendo el stent (Señora: el muelle) ye de grande
como la pantalla de un cine, no apuestes con la pantalla del Campoamor. Y no ye solo el equipo, ye el software. En un
momento dao pueden decite hasta cuando cortaste les uñes de los pies; una pantalla
puede decite hasta cuantos pelos tienes en el sobacu.
Los Profesionales (puedo estar
poniendo mayuscules hasta semana santa) ‘tan experimentaos hasta decir basta,
saben lo que tienen que hacer al segundu. La próxima vez que me hablen de
trabajo en equipo en el instituto la carcajada va a sonar en Pénjamo (el de la
Felguera, no; el de Méjico). No hablen, ye verdá, sólo con mirar pa la pantalla
ya saben lo que tiene que hacer. Y sin prises, y sin alterase, ye como un
concierto de cámara donde los músicos saben la partitura de memoria. Y en apenes
una hora ya tienes un cachu de muelle dentro, y cuando la ATS te diz que fue un
infartu de libru no hay lugar a la duda. Y cuando te llega la doctora Soto y te
diz con una sonrisa de oreja a oreja que ‘ta todo controlao… No, no puedo
encontrar les palabres.
Sólo hay una pregunta posible:
¿Porqué no me fulminó? Aparentemente, hay tres arteries, y sólo una (¡descendente
anterior! Lo que aprendes…) estaba afectada, por lo que les otres dos suplieron
la obstrucción. Cuando el equipo médicu relaja, dante una explicación pa que lo
entiendas: ye como cuando se te atasca el fregaderu y pones un muelle pa salvar
la obstrucción. ¿A que lo entendisteis ahora?
Veinticuatro hores en la unidad
de Coronarias. Como no podía ser menos, una de les auxiliares había sido alumna
mía. Y tres días en la habitación, con Antonio, que lleva diez días esperando
por el cataterismo, nosemuybienporqué. Cuando ves a Antonio, setenta años,
viudu, ayer enterraba a la consuegra… Viendo esto, qué derechu tengo a
protestar yo. ¿Y yo tengo derechu a jugar a ser dios? Ánimo, Antonio, ayer por
fin y lo hicieron a mediu día.
Y empiecen les visites, los
Amigos (otra vez me quedé sin mayúsculas, sin poder describir lo que esto
significa), familiares, llega Marina de Inglaterra, revive el móvil (Pa mas
INRI, les primeres veinticuatro hores estuve sin el cargador del móvil), vienen
esos amigos a los que sólo Serrat ye capaz a describir; ye como una folixia, ye como cuando íbamos de campamento a Pola de Gordón. Hay
momentos en los que pienso seriamente en emplear una telefonista a tiempu
total. Si tuviera que pagar los mensajes de whatsapp que recibí a un céntimu,
no había paga extra en la cuenta corriente.
Pero tengo derechu a saber porqué
me pasó a mí. ¿Casualidad, un hechu aleatoriu?… Varón, más de 55 años.
Antecedentes familiares, ya tuvimos bastante con el cáncer que se llevó a los
mis hermanos Tino y Fernando. Tabaco, todos conocemos a alguien que conoz a
alguien que conoz a alguien que fumaba dos cajetilles y llegó a los ochenta; y
todos conocemos casos de no fumadores que se fueron con cuarenta y pocos sin
haber movido ni un mueble. ¿Porqué tuvo Iker Casillas un infartu con treinta y ocho tacos, un paisano como un roble que vive rodeau de médicos? Yo no fumo, haz veinte años que ni lo pruebo, y con el
asma, ni os cuento. No hay antecedentes familiares (bueno; siempre hay algún
pesau que te recuerda que había un primu de mi padre que tenía una sobrina
que…). Diabetes, colesterol, tensión… lo normal, a veces un poquitín alto, pero
esto no formaba parte de les mis preocupaciones. La última analítica de julio,
cuando el quiste de la próstata, hubiera
firmaola doña Inés antes de entrar de novicia. Deporte, ya sabéis, cuatro hores
en la bici, a veces cinco, hasta seis. Así que el corazón debería ser grande
como un buey, a lo mejor fue eso lo que me salvó…
Vale, lo confieso, la comida, la
sal, el picoteo, la carne de gochu (¡sabe tan rico!), les pijotangues
(gusanitos, palomites…), los pinchinos en el bar, y les fartures, ya llevaba cinco antes de navidades ( eso que
perdí les del 24 y el 25… por prescripción médica).
Alcohol, hombre, no 'toy para
ingresar en AA, un vinín pa comer, la Volldam, pero cuando la doctora Isabel Soto te señala a la bebida blanca date una lección de Inglés por lo militar: bye
bye gin tonic. Bueno, cuando lleves seis días sin probar alcohol ni un granu de
azúcar, SI SE PUEDE.
Y el personal del HUCA,
inmejorable. Inmejorable significa que no se puede mejorar. Profesionales al
ciento uno por ciento y amables hasta la extenuación. Lo de los gorrinos de
Papa Noel en verde pa repartir la cena de navidad, eso ye pa velo. Cuando dos
mocines te dicen a carcajaes que trabayen el 24 y el 25 por la tarde, (y no te
lo dicen, pero están allí pa ayudate), qué derechu tienes a abandonate.
Cuando marché de la 124 A faltabenme lágrimes de agradecimiento.
Cuando salí del HUCA ayer fue
como una epifanía: sol, buena temperatura, una vista de medio Asturias… Yo
quería hacer una foto guapa, pero… Marina estaba en doble fila.
Y a partir de ahora… No
surrender, pa alante, como decíen Gabino de Lorenzo, Fidel castro y otros
fascistas ilustres, ni un pasu atrás ni pa tomar impulsu. Que nadie se me queje
porque llegó el tren tarde, o por una multa de tráfico, o por una acera mal
completada. Poca sal (¿Qué ye eso?), alcohol cero (Bueno… tampoco voy a
dejar de ser asturianu), coger la forma (caminar doscientos metros más cada
día… no sé si tendré paciencia) calma en el instituto (no sé si tendré
paciencia; vale, no me enfadaré con los de Cuarto ESO). Y no vais a poder conmigo, cabrones.