Bueno, pa los que no estáis iniciaos, yo estoy metiu en un club, el grandioso y maravilloso Club Ciclista del Valle del Nalón (También conocido como "la banda de Pancho Villa", "La jaula de las locas" o "Los Antonino boys" y salimos todos los domingos. La clasificación es muy sencilla: un kilómetro, un puntu. Lo que pasa que salimos juntos, pero no revueltos.
Me explico, los lentos salimos primero, esperamos a que nos pillen los rápidos (que no esperen a nadie), los rápidos llegue cuando quieren y los "mataos" cuando y cómo podemos.
Hoy fue una salida típica: como amenazaba lluvia, yo salí media hora primero. Al final, dame la impresión de que salí solu. (Si no, me hubiese atropellado "el rápido del Nalón"). La salida era muy sencilla, río Nalón arriba, donde entrenamos a menudo; seis kilómetros de desviación por el valle de Caliao, y vuelta. Total, unos 80 km. ¿A que parece pan comido?
La carretera de Tanes a Caliao está recién asfaltada, parece una alfombra, ojalá hubiera elecciones todos los años (¡BUeno, ya está! Dije que de vez en cuando iba a meter una cuña publicitaria)
la subida fue preciosa: Sin coches, todo el valle casi para mi solo, silencio, mucho silencio, todo el mundo metido en casita, yo solo con mi bici... Y el valle de Caliao estaba inmenso, con los árboles recién lavados, un verde lujurioso, una humedad casi obscena... Qúe guapo, ¿Verdad?
Bueno, hubo un pequeño problema: nada más echar a volver, empezó a llover.... un poquito (Eso fue lo que dijo Noé cuando empezó a dar la brasa con lo del arca), y luego un poquito más... Total, que cuando entré a la carretera principal (faltaban 32 km de vuelta) el impermeable ya era meramente instrumental.
Me quedaban dos o tres opciones, a cual más vergonzosa: llamar para que me vinieran a buscar en coche (No hubiera funcionado: mi brother estaba sobota) o esperar el autobús que pasa por allí... cada dos horas, más o menos. Así que en este caso la técnica usada (que creo que fue la correcta) fue la técnica "Hunosa" apretar un güevu contra otru y tirar p'alante, aderezado con la técnica usada en Santander: Dejarlo caer. Y cayó, ya lo creo que cayó. Cómo se conoz que llevaba todo el més de secano. Llovió cruel, a la asturiana, sin concesiones a la galería, ni al domingo de Pascua (pobres neños, con la ropa de Ramos), como llovía en tiempos de los güelos. La buena noticia es que apenas había tráfico; la mala fue que bajando la cuesta del pantano (10%) la bici bailaba más que Shakira en un partido del Barça. Y les zapatilles, igual que si hubiera llenao dos bolses del supermercado y metido los pies dentro. Pero lo peor estaba aún por llegar.
Al final, bajé como un tiru, a casi 25 km/H, que eso pa mi ye estratosfércio. Pero entrando por casa, ¿cómo haces pa que tu madre no descubra que los guantes y los calcetines se retuercen y echen más agua que los japoneses a una central nuclear? El mayor consuelo ye que ya está hecho y ahora podemos contalo, calentín y asoplau en casina. Así que os espero pa la próxima, collacios/coleguis/mates/conmilitones (Ya dije que el blog era politécnicu... Perdón, quiero decir políglota)
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