El Mampodre, un macizu que no se i da importancia, pero ye de una belleza extaordinaria.
La leyenda diz que Pelayo taba escapando del moro y metiose por esti valle hasta llegar a una venta; casualmente llevaba a... ¿la secretaria? ¿la sobrina? Bueno, la doncella. Y llegó el moro y dixoi: "O nos das la venta o la doncella". Y Pelayo, que los debía tener cuadraos, contestoi: Ni la venta ni ella"
La partida: el desembarco de Normandía.- En la época de internet, de les comunicaciones, de los satélites... resulta que mientras Chus taba en la rotonda del Fondón, yo taba en la rotonda de Ciañu. ¿Cómo ficieron los americanos en Normadía? Bueno, pues entre ponte bien y tate quietu, ya salimos una hora tarde. Buena gente: Pepe Osuna, Jorge el bomberu de Veguín y, vamos decilo, hasta Chus entra en esta categoría
Peña Ten.- Buen tiempu, un pelín frío en la Uña, preparativos (Y un reventón antes de empezar, otru cuartu de hora) y... p'arriba, asma incluído. Se sale por pista ancha, aunque con piedra. A veces la bici tengo que llevala del ramal. Y a nuestra izquierda, Peña Ten, preciosa, desafiantes, inmensa; detrás, los Mampodres. Poco a poco vamos comprendiendo que somos unos privilegiados por dominar este espacio propiu del realismo mágicu. llegamos al primer collau, una pradería per guapa, de rodar fácil; entós pienses, "Qué bien, ahora ye too así! ¿Too así? ¡Osties! Bicicleta al llombu p'abaxu con unes piedres como lavadores per medio, un kilómetro que te apetez tirar la bici a rodar. Pero bueno, queda un poco de sesatez, y como tovía tamos frescos, llegamos a Arcenoriu, al pie de Peña Ten, uno de los sitios más guapos de Asturies, lástima que no tengamos tiempu pa disfrutar d'ello. De aquí sálese por una pista ancha bastante llevadera.
Tan llevadera que Chus y Jorge deciden facer intercambiu de parejes, intercambiu de bici, se entiende; y ye que hay coses que convien no compartir. Resultado, una patilla del cambiu rota, media hora paraos, y un par de buitres que se dejen caer per allí "a ver qué pasa". Menos mal que ya sabéis que Chus ye igual que MacGiver, y con un poco de saliva de cuervu solteru que había por allí y un par de rames arregló el cambiu como pudo.
Peloñu.- La pista de Peloñu ye una pasada: fácil (¡No me posé en too el camín! Bueno, si, un poco...) buen suelu, pica hacia abaxu sin matase, con les espectaculares trincheres de la guerra incivil como un jitu intermediu claru; y voy decivos, Peloñu ye lo más relajante al Oeste del Sella. Por supuesto, ye uno de los bosques más guapos de Asturies, que ye decir de toa España (¿O váis decime que no? Llega un momento en que parez que el tiempu se suspende, tas deseando que no se acabe la pista, bajes sin problemas y pienses que tas mirando el origen del mundo desde el llombu de la bici; por no hablar de la sensación de grandeza que produz tener los Picos de Europa presidiéndolo too como imponentes guardias de tráfico, sobre todo si como ayer se pueden ver con una luz perfecta que, ya sabemos, no siempre se da. Por cierto, el bosque y les zones altes tan enllenes de estramonio, ahora que tá tan de moda; de hechu, paezme (y a lo mejor equivócome) que el beleñu ye el nombre popular del estramonio datura, y de ahí vienen palabres como la belladona; pero esto que vos lo explique Pablín, el boticariu.
La comida.- En llegando a Les Bedules hay pista hormigoná (Chus bajó per los caleyos, faltaría más) y luego carretera. Bajes quemando freno, porque Beleño ta ahí en baxu. Y un conseju: aunque comimos bien, no vos recomiendo el bar que hay na más dar de la pista al pueblu, que el dueñu tuvo un detalle que no me gustó nada. Como tampoco nos gustó arrancar detrás del café, esi momento de "vamos pero nun vamos"; de hechu, hubo alguna intentona de tirar pa cangues de Onís y Arriondes a coger la Feve; pero Chus en este ye implacable y apliconos la "doctrina Hunosa": un güevu contra otru y p'arriba".
De Ponga a Sobrefoz, carretera suave. Una caleya de enlace (esta tocome a pie) y se entra en la pista de Ventaniella, también suave, amable, fácil, aunque ya se empieza a notar la paliza del día. Ocho kilometrinos, poco desnivel; y por fin se entra en el circo de Ventaniella, sin duda hermano de Arcenorio. Agua abundante y después, el último morlaco del día: dos kilómetros de pista p'arriba con regodones y rodaes de los malditos quads. Ellos hicieron la mitad, mas o menos, montaos; esti menda, que ye más patosu qeu un caracol derrapando, con los catorce kilos de la Calurosa IV tirandoi del ramal, una risa floja. Menos mal que todo se acaba, y pali pali llegamos al últimu jitu del día, el collau sobre Valcosín, donde se conserva estupendamente el antiguo camín de ferraura. Así hasta el mosquil, donde un mastín de cuarenta kilos pensó lo que piensen toos: "¿A p'ol pequeñu!". Menos mal que i puse la bici delante y de que Chus lu convenció de que no tengo ni mediu bocau. Unos calambrinos más, pista fácil... y ya estamos en la Uña.
Esto fue un sueñu de verano fechu realidá. Yo teníalo metío entre ceja y ceja, pero no pensaba que yera tan duro. Nada del otro mundo para los que están fuertes en la BTT, pero pa mí fue como haber tocao el Everest. Eso sí, fue una inyección de moral, un subidón: no me vi venciu en ningún momento, no pasé mieu (bueno, al principiu si, qué coño), no me quejé, les fuerces aguantaron hasta el final y no caí más de lo necesario: todo un triunfo personal. Evidentemente hoy duélenme hasta les oreyes, pero si pudiera repetiría sin dudalo. Pa terminar, tengo que dayos les gracies a los compas, porque me aguantaron y me esperaron como samaritanos.