Como dijo el abuelo Groucho: "Partiendo de la nada llegaremos a las más altas cimas de la miseria". También recogido por el general Custer: "De victoria en victoria hasta la derrota final"







lunes, 28 de octubre de 2019

CACHINOS DE MINA: LA CAMOCHA



Ta tapeciendo en el poblao de Vega la Camocha. Octubre, a media tarde el sol no sabe si va si vien o si se queda, y les nubes jueguen a igual despiste. El pueblu ‘tá semivacíu, los vecinos aprovechen el cordón umbilical de la línea de autobús pa subir y bajar a Gijón. Un mozu como un castillo de grande advierte al forasteru, busques algo, too pa abajo. Los bares vacíense después de la hora de la partida dando una tregua al chigreru o a les neñes del bar hasta la hora la cena. Tomo un café pa romper el hielo, pero los primeros contactos recelen de la grabadora, quién será esti, no vaya a ser qué… Hasta que se me enciende la bombilla y doy de morros contra el Centro Social, ye como el mineru de les películes del Oeste que da con la veta de oro. Efectivamente, la cafetería ye un filón; primero, Santi, el presidente de la asociación “El Costeru”,  un chaval con ganes a sus sesenta y tres años; y él mismu me presenta a Ferino del Prado y Ferino Díaz , dos legionarios mineros de los de mina de alpargata y silicosis con más horas de mina entre los dos que el castillete. Al principiu también se muestren reacios, desconfíen, aunque se peleen por pagar la ronda, será por perres; pero luego los recuerdos empiecen a brotar y ya cogen carrerilla, atropellense, a veces cambien de tema rápidamente, a veces muerden güesu y no lu suelten, intenten recordar feches, nombres, repiten varias veces la misma idea. Empiecen a hablar en castellano pa demostrar ciertu tono de expertos; luego caen les barreres y utilicen el asturiano, o ambos registros. Tengo que despedime dos veces, porque no me dejen marchar, va a matame la muyer, será que lo mereces. La grabadora del móvil gime, retuércese,  pide la hora…


Y cuando doy dos vueltes a la misma calle porque me perdí, aparez el mismu mocetón de tres hores antes, qué ye, que no encuentres el coche, aparcaste en tal sitiu y tal sitiu, gira por aquí y too a la izquierda… Y efectivamente, allí ‘ta el coche.  

 - Ferino del Prado "el de la Santina" y Ferino Díaz


FERINO DEL PRADO.- Yo tengo ochenta y cinco años… A los ocho años yo fui a servir un amu… yo soy de la parte de Turón… y marché pa la zona de Cabranes.


FERINO DÍAZ.- Yo soy de la parte de Navia, del conceju de Villayón, y pasome lo mismo que Ferino, de nueve ya taba currando, pero ¿porqué? Porque en casa no había que comer. Pagar no me pagaban… y ahora tengo ochenta y cuatro. Cuando entré yo en la mina eren siete hores, pero  igual quedabes hasta les dos de la mañana trabajando, yo quedábame con el caballista de guaje. Y trabayabes seis días a la semana… 


DEL PRADO.- Sin cascu no entrabes, pero antiguamente había gente que trabajaba con boina y con alpargates. De eso acuérdome yo. Llegó a haber cinco [hermanos] de familia en la mina a la vez: Mi padre, Enrique, Gerardo, Pepe y Ramón y yo. Y entrábamos con alpargates, y la ropa de casa, lo que sobraba. 


DIAZ.- Yo, tres hermanos y dos cuñaos. Trabajábase los sábados, mañana y tarde. 


DEL PRADO.- Y de vacaciones, empezaronse, no me quisiera engañar, ¿eh?, tres días, luego una semana… Y después llegaron hasta quince.


DIAZ.- Yo empecé en el pozu Olloniego, en el ’56. Cuando entré yo, eren diez días… Según cayera el mes, había que trabayar el mes enteru. 


DEL PRADO.- Y cuando se mataba un mineru, el día que se dejó de trabajar, voy dicitelo yo, el día que se enterró  Vitor, esi de Llantones… Por la tarde marchamos al entierru y el relevu ya no entró.

DIAZ.- Y ya cuando se mataba uno ya no se trabayaba. La güelga gorda fue en el ‘64. Los socialistas de aquella no se veíen por ningún lao, no aparecíen… 


DEL PRADO.- A mi pagábenme el destajo a siete noventa diaries en el añu ’50, veinticinco días, de guaje; yo a picar fui a los dieciocho años, cambié con un hermanu, y a los diecinueve ya tenía la categoría de picaor de primera. Yo les primeres vacaciones que disfruté fue hacia el añu sesenta; pero les vacaciones trabajábales en casa


DIAZ.- Yo ‘taba en décima y ganábamos siete u ocho mil pesetes, en el ‘65. Y menos, yo cobré cinco mil pesetes muches veces. Trabajando como cabrones, ¿eh? Picando ‘tuve cinco años. Y resulta que vien la huelga, y mándenme pa’l Norte, yo toy a gusto donde estoy, no quería cambiar… Y fui, sabes con quien fui, con el Pintu; y estuve tres meses con él y pasé a ganar quince  mil pesetes. El doble.


DEL PRADO. – La güelga, toes les güelgues eren por lo que se ganaba, ganábase poco. Una vez entré por la mañana; cuando salí dijeronme que tenía que volver a entrar; y por la noche, que estaba conmigo de posteador Conrado, un bocadillo y pa dentro, y Conrado estaba de aquella liau con Estrellona. Que llegó el camión, y dijeronme, tienes que entrar, que Conrado hoy no pué venir. Y hice tres relevos, veinticuatro hores, si, si… Y entré sin comer, y sin nada.  Y si te pagaran bien… una mierda… Santi entró conmigo en el ’74, que yo estaba de picaor y el vigilante era Amador, muy buen paisano, dábanos carta blanca… El Berrón llamábase en les galeríes donde se cruzaben los cambios de los vagones y eso, donde íbes pa una jaula o pa otra. Había un cruce pa los cuatro puntos cardinales, pa’l norte, p’al sur… Y a cincuenta metros del pozu estaba el cuartel de la Guardia Civil, apegao al Vaticano, que lo llamábamos el Vaticano porque eren los chalés de los ingenieros.  Pa librar de la mili teníes que firmar tres años; si marchabes antes, teníes que ir pa la mili.


DIAZ.- Y yo porque no pude, yo el el añu ’55 estaba en el pozu San José, en Olloniego, y yo ya había mandao los papeles, y ya era tarde, que no valía… pero pa trabayar en la mina me sobró tiempo, que yo trabayé treinta años.


DEL PRADO.- Yo entré el 4 de noviembre del 50 y quedé retirau en el 67 con cincuenta y cinco años; y estuve nueve o diez años retirau y estuve trabajando pa Lagisa; pero luego fui a un reconocimiento y dábenme dos opciones, o iba pa la mina o me retiraba ya con lo que me quedara.


DIAZ.- Cuando quedábamos en güelga, dos meses, tres meses, había que ir al ganao, y a Gijón, a trabayar en lo que te saliera… Si queríes comer… yo estuve en Caldones en una casería…


DEL PRADO.- Yo hice mas zanja… Y cuando había güelga era apuntalo en la tienda y pagabes al mes, pero hubo tiendes que se aprovecharon muchísimo de les situaciones, y tu dibes pa allá, debo ochenta euros, y no, debes ciento y algo, que había tiendes que teníen dos libretes.    


DIAZ.- Acuérdome de esti Perola, que ya murió, en paz descanse, y debía-y a Lorenzo tres meses; y dijo-y uno, no y pagues una peseta, ya tien cobrao bastante; y no y pagó. Que habíalos que cobraben dos veces. Nosotros apuntábamos en casa Ignacio…


DEL PRADO.- Yo al día siguiente de quedar en güelga ya diba a trabayar con un contratista del ayuntamiento, a hacer muros, a hacer zanja… Yo de la libreta casi no hicimos uso. Y luego estaba el Socorro Rojo, y habíalos que y daben quinientes, mil pesetes, y iben a llevalo al cuartel de la Guardia Civil, por si acasu y les había metío la misma Guardia Civil pa enganchalu.


DIAZ.-  Yo sé de uno que tenía cuatrocientes mil pesetes de aquella, conoceislu todos…


DEL PRADO.- Oye, delante del roble que había delante del bar hubo una cesta dos días, sin tocala nadie,  y allí había un millón y pico de pesetes. Y hubo una familia que veníen de Turón porque tenía tercer grado, que veníen con dos chavales y la mujer embarazada, y en Turón fue a reconocimiento y no entraba porque tenía segundor grado [de silicosis], y había otru con primer grado; y dio-y al médicu quinientes pesetes pa que cambiara la radiografía y poder entrar.


DIAZ.- Había dos cines, uno en Vega, ahí pa abajo, ahora ye restaurante, que ahora no hay nada; de aquella tenía una pista de baile, y bolera; bares ahora me parez que hay doce.  Tú date cuenta de que llegamos a ser mil setecientos paisanos, y salíen mil seiscientos, mil setecientos vagones de carbón toos los días; carbón a punta pala. Y carbón sigue habiendo, y hay una capas cojonudas. Y el carbón salía pa el Musel por donde ahora ye la senda pa caminar. Yo tuve fíos en la mina, y esti también, que luego pa entrar los guajes… Antes veníes a pedir trabajo y era más fácil, mañana venga a reconocimiento; pero después… el mi fiu estaba en una contrata y costó que entrara.


DEL PRADO.- Cuando empezaron los sindicatos ya era otra cosa…  


DIAZ.- ¿Sabes qué me decíen a mi? Ibes pa la empresa y decíente que hablaras con el sindicato; ibes pa’l sindicato, y decíente que pa la empresa. ¡Ir a tomar po’l culo!


DEL PRADO.- Esto era de los Felgueroso. Esto empezó el quince… no me acuerdo de qué añu fue… cuando Caldones ardió y no eren a apágalo, y luego pusieron-y una cosa de hierro con unos tornillos; y eso estuvo veinte años parao. Los Felgueroso eren tres hermanos, y después vendieron-y-lo a los belgas, los que teníen Solbay en Lieres. Yo el primer ingeniero que conocí fue don Jesús Rivas Batalla; y luego vino “el Bolo”, y luego  Tejuca…


DIAZ.- Oye, voy contate una cosa. “El Bolo” que decíes tu, yo tenía un primu que había entrao dos veces, y quería entrar la tercera, y había una carta así del ingenieru, de Tejuca, pa que no entrara,  y estaba Pepito,  que era muy manipulador, y fue Gelín el de tuberos, con Manolín el mi hermanu, a ver si entraba esti chaval porque él era buen picaor, trabajaba muy bien, y  fueron a ver al ingenieru, a esti Pepito; y Gelín tenía unos cojones como un burro… Oye, ‘garra la carta y partiola en cuatro cachos y echola a la papelera. Y dijo Gelín, por el ingeniero no te preocupes, que esi no sabe quién tá dentro y quién ta fuera.


DEL PRADO.- Aquí los que dieron palos eren los mismos compañeros, la mitad de aquellos no sabíen porqué estábamos en güelga. Hubo un casu de un señor que era cuadreru, estaba con les mules en la cuadra, y claro, el ganao no tien culpa, y fue a cebar el ganao.  Pero en eso llegaron cinco paisanos, conocíos de aquí delpueblu, y dieron-y una paliza de la ostia pa arriba; y el compañeru, cuando fue a dar el relevu, algo notó, no vio al compañeru pero vio un rastro que lu habíen dejao junto a los contenedores del Vaticano.   Tu entrabes en la casa aseo, y estaba vacío, y había uno sentáu, hoy no se entra… cogíes la ropa y pa casa, tres meses en güelga…


DIAZ.- Tres meses… y picu. Güelgas hubo como tantos tengo yo de pelo; hubo un año que no trabajamos más que un mes enteru; el restu, cada quince días parábamos. Estás tan cabreau… A mi Recaredo amenazome ahí delante del quiosco, usted mañana a trabajar, usted porqué no trabaja, y mañana a trabajar y si no pa la mili… Íbamos pa la Sindical en Gijón y salíamos a cortar en Álvarez Garaya hasta que venía la policía. Y por esa caleya arriba a les dos de la mañana encontrabes a la pareja, y porqué no saluda usted; hay que saludar, ¿eh? Y si saludabes, usté a mi de qué me conoz…


DEL PRADO.- Y cuando vinieron aquí la Policía en los autocares, los que veníen de Madrid, al principiu pensaben que veníen a matar indios, pensaben que veníen pa la guerra; pero ya empezamos a alternar, y hablábamos, y ellos ya veíen que no era así; Y vino la  Policía Armada, vinieron un autocar o dos en el ’62, o en el ’63, que fue muy gorda, y posaronse ahí… Y nosotros ya no teníamos miedo de nada, estaba la cosa tan jodida, y matar no nos iben a matar… Que la Guardia Civil avisábanos... entonces, en una ocasión, el mi hermanu Gerardo, Valentín el barberu, Vallejo y otru echaben la partida toos los días, y un día faltaba-yos uno pa echar la partida; y dijo un policía, qué ye, ¿falta-vos uno? Venga, juego yo, y pusose allí con ellos. Y en estes entró un capitán, un coronel, yo que sé, entró y pusose detrás del mi hermanu; y el mi hermanu, el cabrón, canta-y les cuarenta con la sota y el caballo, y el policía no se dio cuenta; y la autoridad aquella tocó un poco así al mi hermanu en el hombro, pero no dijo nada; y cuando terminó la partida, dijo-y-lo al policía… 


SANTI.- Cuando yo entrenaba había muchos guajes, yo entrenaba los juveniles, que la mayoría de los chavales ya están fuera trabajando, pero el equipo ‘tovía se mantien. Colegio había dos escueles aquí mismo, pero la mayor estaba un poco más abajo, en Vega… En la mi época, yo tengo sesenta y tres años, había una pa hombres y otra pa mujeres, pero en el ’78 ya se hizo mixto, el Jacinto Benavente… Claro, no ye como cuando había escuela en Caldones, en Lavandera, en Granda… Ahora va todo ahí. Hombre, el pueblu está envejeciendo, el mi fiu ahora está de funcionariu en Gijón. Pero ahora mira, tenemos biblioteca, esti centro, asociación de vecinos… Y esto hízose con fondos mineros, y hay que sacar a la gente de casa, que los inviernos eren muy duros… Queden muches viudes que no salíen de casa, y ahora echen una partidina al parchís, que no te caiga la casa encima…


Y ahora tenemos yoga, taller de madera, ahí está Justo, ojo, dos turnos (Y Justo nos enseña el arca que talló a mano pa Aynara, la nietina, que y cae la baba… los relojes, el escudu del Sporting…), dieciocho persones, martes y jueves… Ahora toca el amagüestu, hay que picar les castañes…  Excursiones, y dentro de poco una comida de homenaje a los mayores. Tu date cuenta que con el transporte tenemos autobús a Gijón cada veinte minutos, casi somos un barrio de Gijón... 









  


3 comentarios:

  1. Muy guapo,la Camocha esta llena de historias como estas..me parece una idea genial dejarlas registradas en este blog.

    ResponderEliminar
  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  3. Como buena camochera ,estaré encantada de tenerlo

    ResponderEliminar