Ta tapeciendo en el poblao de Vega la Camocha. Octubre, a media tarde
el sol no sabe si va si vien o si se queda, y les nubes jueguen a igual
despiste. El pueblu ‘tá semivacíu, los vecinos aprovechen el cordón umbilical
de la línea de autobús pa subir y bajar a Gijón. Un mozu como un castillo de
grande advierte al forasteru, busques algo, too pa abajo. Los bares vacíense
después de la hora de la partida dando una tregua al chigreru o a les neñes del
bar hasta la hora la cena. Tomo un café pa romper el hielo, pero los primeros
contactos recelen de la grabadora, quién será esti, no vaya a ser qué… Hasta
que se me enciende la bombilla y doy de morros contra el Centro Social, ye como
el mineru de les películes del Oeste que da con la veta de oro. Efectivamente, la
cafetería ye un filón; primero, Santi, el presidente de la asociación “El
Costeru”, un chaval con ganes a sus
sesenta y tres años; y él mismu me presenta a Ferino del Prado y Ferino Díaz ,
dos legionarios mineros de los de mina de alpargata y silicosis con más horas
de mina entre los dos que el castillete. Al principiu también se muestren
reacios, desconfíen, aunque se peleen por pagar la ronda, será por perres; pero
luego los recuerdos empiecen a brotar y ya cogen carrerilla, atropellense, a
veces cambien de tema rápidamente, a veces muerden güesu y no lu suelten,
intenten recordar feches, nombres, repiten varias veces la misma idea. Empiecen
a hablar en castellano pa demostrar ciertu tono de expertos; luego caen les
barreres y utilicen el asturiano, o ambos registros. Tengo que despedime dos
veces, porque no me dejen marchar, va a matame la muyer, será que lo mereces.
La grabadora del móvil gime, retuércese, pide la hora…
Y cuando doy dos vueltes a la misma calle porque me perdí, aparez el
mismu mocetón de tres hores antes, qué ye, que no encuentres el coche,
aparcaste en tal sitiu y tal sitiu, gira por aquí y too a la izquierda… Y
efectivamente, allí ‘ta el coche.
- Ferino del Prado "el de la Santina" y Ferino Díaz
FERINO DEL PRADO.- Yo tengo
ochenta y cinco años… A los ocho años yo fui a servir un amu… yo soy de la
parte de Turón… y marché pa la zona de Cabranes.
FERINO DÍAZ.- Yo soy de la parte
de Navia, del conceju de Villayón, y pasome lo mismo que Ferino, de nueve ya
taba currando, pero ¿porqué? Porque en casa no había que comer. Pagar no me
pagaban… y ahora tengo ochenta y cuatro. Cuando entré yo en la mina eren siete
hores, pero igual quedabes hasta les dos
de la mañana trabajando, yo quedábame con el caballista de guaje. Y trabayabes
seis días a la semana…
DEL PRADO.- Sin cascu no
entrabes, pero antiguamente había gente que trabajaba con boina y con
alpargates. De eso acuérdome yo. Llegó a haber cinco [hermanos] de familia en
la mina a la vez: Mi padre, Enrique, Gerardo, Pepe y Ramón y yo. Y entrábamos
con alpargates, y la ropa de casa, lo que sobraba.
DIAZ.- Yo, tres hermanos y dos
cuñaos. Trabajábase los sábados, mañana y tarde.
DEL PRADO.- Y de vacaciones,
empezaronse, no me quisiera engañar, ¿eh?, tres días, luego una semana… Y
después llegaron hasta quince.
DIAZ.- Yo empecé en el pozu
Olloniego, en el ’56. Cuando entré yo, eren diez días… Según cayera el mes,
había que trabayar el mes enteru.
DEL PRADO.- Y cuando se mataba un
mineru, el día que se dejó de trabajar, voy dicitelo yo, el día que se
enterró Vitor, esi de Llantones… Por la
tarde marchamos al entierru y el relevu ya no entró.
DIAZ.- Y ya cuando se mataba uno
ya no se trabayaba. La güelga gorda fue en el ‘64. Los socialistas de aquella
no se veíen por ningún lao, no aparecíen…
DEL PRADO.- A mi pagábenme el
destajo a siete noventa diaries en el añu ’50, veinticinco días, de guaje; yo a
picar fui a los dieciocho años, cambié con un hermanu, y a los diecinueve ya
tenía la categoría de picaor de primera. Yo les primeres vacaciones que
disfruté fue hacia el añu sesenta; pero les vacaciones trabajábales en casa
DIAZ.- Yo ‘taba en décima y
ganábamos siete u ocho mil pesetes, en el ‘65. Y menos, yo cobré cinco mil
pesetes muches veces. Trabajando como cabrones, ¿eh? Picando ‘tuve cinco años.
Y resulta que vien la huelga, y mándenme pa’l Norte, yo toy a gusto donde
estoy, no quería cambiar… Y fui, sabes con quien fui, con el Pintu; y estuve
tres meses con él y pasé a ganar quince
mil pesetes. El doble.
DEL PRADO. – La güelga, toes les
güelgues eren por lo que se ganaba, ganábase poco. Una vez entré por la mañana;
cuando salí dijeronme que tenía que volver a entrar; y por la noche, que estaba
conmigo de posteador Conrado, un bocadillo y pa dentro, y Conrado estaba de
aquella liau con Estrellona. Que llegó el camión, y dijeronme, tienes que entrar,
que Conrado hoy no pué venir. Y hice tres relevos, veinticuatro hores, si, si…
Y entré sin comer, y sin nada. Y si te
pagaran bien… una mierda… Santi entró conmigo en el ’74, que yo estaba de
picaor y el vigilante era Amador, muy buen paisano, dábanos carta blanca… El
Berrón llamábase en les galeríes donde se cruzaben los cambios de los vagones y
eso, donde íbes pa una jaula o pa otra. Había un cruce pa los cuatro puntos
cardinales, pa’l norte, p’al sur… Y a cincuenta metros del pozu estaba el
cuartel de la Guardia Civil, apegao al Vaticano, que lo llamábamos el Vaticano
porque eren los chalés de los ingenieros. Pa librar de la mili teníes que firmar tres
años; si marchabes antes, teníes que ir pa la mili.
DIAZ.- Y yo porque no pude, yo el
el añu ’55 estaba en el pozu San José, en Olloniego, y yo ya había mandao los
papeles, y ya era tarde, que no valía… pero pa trabayar en la mina me sobró
tiempo, que yo trabayé treinta años.
DEL PRADO.- Yo entré el 4 de
noviembre del 50 y quedé retirau en el 67 con cincuenta y cinco años; y estuve
nueve o diez años retirau y estuve trabajando pa Lagisa; pero luego fui a un
reconocimiento y dábenme dos opciones, o iba pa la mina o me retiraba ya con lo
que me quedara.
DIAZ.- Cuando quedábamos en
güelga, dos meses, tres meses, había que ir al ganao, y a Gijón, a trabayar en
lo que te saliera… Si queríes comer… yo estuve en Caldones en una casería…
DEL PRADO.- Yo hice mas zanja… Y
cuando había güelga era apuntalo en la tienda y pagabes al mes, pero hubo
tiendes que se aprovecharon muchísimo de les situaciones, y tu dibes pa allá,
debo ochenta euros, y no, debes ciento y algo, que había tiendes que teníen dos
libretes.
DIAZ.- Acuérdome de esti Perola,
que ya murió, en paz descanse, y debía-y a Lorenzo tres meses; y dijo-y uno, no
y pagues una peseta, ya tien cobrao bastante; y no y pagó. Que habíalos que
cobraben dos veces. Nosotros apuntábamos en casa Ignacio…
DEL PRADO.- Yo al día siguiente
de quedar en güelga ya diba a trabayar con un contratista del ayuntamiento, a
hacer muros, a hacer zanja… Yo de la libreta casi no hicimos uso. Y luego
estaba el Socorro Rojo, y habíalos que y daben quinientes, mil pesetes, y iben
a llevalo al cuartel de la Guardia Civil, por si acasu y les había metío la
misma Guardia Civil pa enganchalu.
DIAZ.- Yo sé de uno que tenía cuatrocientes mil
pesetes de aquella, conoceislu todos…
DEL PRADO.- Oye, delante del
roble que había delante del bar hubo una cesta dos días, sin tocala nadie, y allí había un millón y pico de pesetes. Y
hubo una familia que veníen de Turón porque tenía tercer grado, que veníen con
dos chavales y la mujer embarazada, y en Turón fue a reconocimiento y no
entraba porque tenía segundor grado [de silicosis], y había otru con primer
grado; y dio-y al médicu quinientes pesetes pa que cambiara la radiografía y
poder entrar.
DIAZ.- Había dos cines, uno en
Vega, ahí pa abajo, ahora ye restaurante, que ahora no hay nada; de aquella
tenía una pista de baile, y bolera; bares ahora me parez que hay doce. Tú date cuenta de que llegamos a ser mil
setecientos paisanos, y salíen mil seiscientos, mil setecientos vagones de
carbón toos los días; carbón a punta pala. Y carbón sigue habiendo, y hay una
capas cojonudas. Y el carbón salía pa el Musel por donde ahora ye la senda pa
caminar. Yo tuve fíos en la mina, y esti también, que luego pa entrar los
guajes… Antes veníes a pedir trabajo y era más fácil, mañana venga a
reconocimiento; pero después… el mi fiu estaba en una contrata y costó que
entrara.
DEL PRADO.- Cuando empezaron los
sindicatos ya era otra cosa…
DIAZ.- ¿Sabes qué me decíen a mi?
Ibes pa la empresa y decíente que hablaras con el sindicato; ibes pa’l
sindicato, y decíente que pa la empresa. ¡Ir a tomar po’l culo!
DEL PRADO.- Esto era de los
Felgueroso. Esto empezó el quince… no me acuerdo de qué añu fue… cuando
Caldones ardió y no eren a apágalo, y luego pusieron-y una cosa de hierro con
unos tornillos; y eso estuvo veinte años parao. Los Felgueroso eren tres
hermanos, y después vendieron-y-lo a los belgas, los que teníen Solbay en
Lieres. Yo el primer ingeniero que conocí fue don Jesús Rivas Batalla; y luego
vino “el Bolo”, y luego Tejuca…
DIAZ.- Oye, voy contate una cosa.
“El Bolo” que decíes tu, yo tenía un primu que había entrao dos veces, y quería
entrar la tercera, y había una carta así del ingenieru, de Tejuca, pa que no
entrara, y estaba Pepito, que era muy manipulador, y fue Gelín el de
tuberos, con Manolín el mi hermanu, a ver si entraba esti chaval porque él era
buen picaor, trabajaba muy bien, y
fueron a ver al ingenieru, a esti Pepito; y Gelín tenía unos cojones
como un burro… Oye, ‘garra la carta y partiola en cuatro cachos y echola a la
papelera. Y dijo Gelín, por el ingeniero no te preocupes, que esi no sabe quién
tá dentro y quién ta fuera.
DEL PRADO.- Aquí los que dieron
palos eren los mismos compañeros, la mitad de aquellos no sabíen porqué
estábamos en güelga. Hubo un casu de un señor que era cuadreru, estaba con les
mules en la cuadra, y claro, el ganao no tien culpa, y fue a cebar el
ganao. Pero en eso llegaron cinco
paisanos, conocíos de aquí delpueblu, y dieron-y una paliza de la ostia pa
arriba; y el compañeru, cuando fue a dar el relevu, algo notó, no vio al
compañeru pero vio un rastro que lu habíen dejao junto a los contenedores del
Vaticano. Tu entrabes en la casa aseo,
y estaba vacío, y había uno sentáu, hoy no se entra… cogíes la ropa y pa casa,
tres meses en güelga…
DIAZ.- Tres meses… y picu.
Güelgas hubo como tantos tengo yo de pelo; hubo un año que no trabajamos más
que un mes enteru; el restu, cada quince días parábamos. Estás tan cabreau… A
mi Recaredo amenazome ahí delante del quiosco, usted mañana a trabajar, usted
porqué no trabaja, y mañana a trabajar y si no pa la mili… Íbamos pa la
Sindical en Gijón y salíamos a cortar en Álvarez Garaya hasta que venía la
policía. Y por esa caleya arriba a les dos de la mañana encontrabes a la
pareja, y porqué no saluda usted; hay que saludar, ¿eh? Y si saludabes, usté a
mi de qué me conoz…
DEL PRADO.- Y cuando vinieron
aquí la Policía en los autocares, los que veníen de Madrid, al principiu
pensaben que veníen a matar indios, pensaben que veníen pa la guerra; pero ya
empezamos a alternar, y hablábamos, y ellos ya veíen que no era así; Y vino
la Policía Armada, vinieron un autocar o
dos en el ’62, o en el ’63, que fue muy gorda, y posaronse ahí… Y nosotros ya
no teníamos miedo de nada, estaba la cosa tan jodida, y matar no nos iben a
matar… Que la Guardia Civil avisábanos... entonces, en una ocasión, el mi
hermanu Gerardo, Valentín el barberu, Vallejo y otru echaben la partida toos
los días, y un día faltaba-yos uno pa echar la partida; y dijo un policía, qué
ye, ¿falta-vos uno? Venga, juego yo, y pusose allí con ellos. Y en estes entró
un capitán, un coronel, yo que sé, entró y pusose detrás del mi hermanu; y el
mi hermanu, el cabrón, canta-y les cuarenta con la sota y el caballo, y el
policía no se dio cuenta; y la autoridad aquella tocó un poco así al mi hermanu
en el hombro, pero no dijo nada; y cuando terminó la partida, dijo-y-lo al
policía…
SANTI.- Cuando yo entrenaba había muchos guajes, yo entrenaba los
juveniles, que la mayoría de los chavales ya están fuera trabajando, pero el
equipo ‘tovía se mantien. Colegio había dos escueles aquí mismo, pero la mayor
estaba un poco más abajo, en Vega… En la mi época, yo tengo sesenta y tres
años, había una pa hombres y otra pa mujeres, pero en el ’78 ya se hizo mixto,
el Jacinto Benavente… Claro, no ye como cuando había escuela en Caldones, en
Lavandera, en Granda… Ahora va todo ahí. Hombre, el pueblu está envejeciendo,
el mi fiu ahora está de funcionariu en Gijón. Pero ahora mira, tenemos biblioteca,
esti centro, asociación de vecinos… Y esto hízose con fondos mineros, y hay que
sacar a la gente de casa, que los inviernos eren muy duros… Queden muches
viudes que no salíen de casa, y ahora echen una partidina al parchís, que no te
caiga la casa encima…
Y ahora tenemos yoga, taller de madera, ahí está Justo, ojo, dos turnos
(Y Justo nos enseña el arca que talló a mano pa Aynara, la nietina, que y
cae la baba… los relojes, el escudu del Sporting…), dieciocho persones, martes y jueves… Ahora toca el amagüestu, hay que
picar les castañes… Excursiones, y
dentro de poco una comida de homenaje a los mayores. Tu date cuenta que con el
transporte tenemos autobús a Gijón cada veinte minutos, casi somos un barrio de
Gijón...
Muy guapo,la Camocha esta llena de historias como estas..me parece una idea genial dejarlas registradas en este blog.
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ResponderEliminarComo buena camochera ,estaré encantada de tenerlo
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