Como dijo el abuelo Groucho: "Partiendo de la nada llegaremos a las más altas cimas de la miseria". También recogido por el general Custer: "De victoria en victoria hasta la derrota final"







miércoles, 1 de noviembre de 2017

CARTA AL GRUPO CICLISTA BUENAVISTA



Esta carta debería ser triste, se nos acabó la temporada, llega el frío, “the Winter of our discontent” (vosotros, que sabéis  idiomas:  “El invierno de nuestro descontento, convertido en glorioso verano por este sol de… ¿York? ¿Gijón?”), se acabó el carbón, ahora a atizar con leña, that’s  all folks, ahora a llorar y penar por lo que dejamos atrás.
Pero no, estoy contento, alegre; no miro atrás, no lamento lo que hemos dejado a nuestra espalda, miro hacia delante.  No pienso en lo que hice, en esos 7.300 kilómetros, toda una barbaridad. Miro a los 7.300 kilómetros (o más…) que me esperan en 2018,les fartures que nos vamos a dar, los buenos momentos que nos esperan, lo mucho que nos vamos a reír el año  que viene.   Mañana limpiar la burra, aceite a la cadena… y hasta el 01-01-2018. 


Porque nos hemos reído, y mucho y bien, en el Grupo. A carcajadas, a mandíbula batiente, nos hemos reído al principio de cada salida, las tonterías que hemos dicho en el bar Buenavista, las paridas a cada kilómetro, las pijadas, los chistes del grupo de whatsapp.
A veces tenía la impresión de que éramos como esos hippies californianos, un grupo de irresponsables desharrapados tostándose al sol, sin prisa, como en la marcha de La Fumareda- La Cruz, qué día más guapo con el sol dándonos de lleno; en otras ocasiones parecíamos a los Mc Gregor, los pistoleros más rápidos del oeste, a la puta carrera, como en la marcha al Naranco; y no, no pudimos acabar en el Naranco, como les parejines que van allí a meter mano, no; teníamos que subir al cristo, que tien una cuesta de un kilómetro y una curva de raqueta de esas que te dan la risa floja. 


Y también he llorado, o al menos me he comido las lágrimas (y muchos mocos). La Robla, me mataron los repechos, jodida Trechura; Ribadeo, jodido asma, si no es por José María me comen los llobos. Solo lloré una vez de alegría, cuando crucé la meta de la Bilbao- Bilbao en tiempo, al pensar en mi familia.
Momentos buenos, épicos, el Naranco, sobreviví al cristo; La Cubilla, con Agustín, parecíamos “Gorilas en la niebla”; Cotobello, mi homenaje a mi hermano, que trabajó allí y tenía que apartar los llobos para volver al Land Rover; Les Bories, la gran desconocida; Colladona,sur; Leitariegos y su increíble descenso de 28 kilómetros; y por supuesto, Gijón- Covadonga- Arriondas, y MIS Lagos. Y todas las marchas de 90, 80, 100 kms que me hicieron madurar. Para besar al príncipe hay que morrease con muchos sapos… 


Y todo esto no hubiera sido posible sin VOSOTROS, todos y cada uno de vosotros,  sin los colegas del Grupo Ciclista Buenavista, que me llevasteis en volandas. En 2015 tuve el accidente; en 2016 tuve un mal año en lo personal. Pero vosotros me obligasteis a dejar atrás esta etapa oscura y a aplicar la táctica ciclista más antigua: apretar un güevu contra otru.  Vosotros me habéis demostrado que en el GC la palabra “imposible” no existe, y no es solo palabrería. Rendirse no es opción. No voy a destacar a ninguno, todos vosotros (y vosotras, Conchi, Natalia, Pili, Ana) me habeis llevado a gancho y no me habéis dejado quejarme ni un momento, de qué vale quejarse.  Solo voy a destacar a Adrián Martínez, mi personal coach allá en Alemania, inasequible al desaliento; y, bueno, si, tengo que mencionar a Fernandón, con esas voces que pega, con el palillo colgando. Fernandón es de sota, caballo y rey, para qué quiere más; pero cuando Nando habla de ciclismo, o te manda meter la cala, o no dejar de pedalear, o cambiar las zapatas (de puro respeto las cambié al día siguiente!), firmes y atención.  


Y por último, allá en el rancho, Chus, Chusón, donde estaríamos sin él, sin su organización, sin su devoción al club (y sin su pedalada indescriptible, y sin su casco como si fuera una boina terciada), sin su capacidad para organizar viajes. Hay un chiste: Un paisano de la Calzada traga una moneda de dos euros (¡no me preguntéis cómo, qué coño da mas), así que la mujer empieza a gritar: “¡Llamai al médicu, llamai al médicu!”. Hasta que pasa por allí un Buenavista y dice: “No, home, no, llamái a Chus, que esi saca perres de donde sea”. 
Así que, coleguis, nada de adiós-que-pena, sino un fortísimo HASTA PRONTO. 



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