Como dijo el abuelo Groucho: "Partiendo de la nada llegaremos a las más altas cimas de la miseria". También recogido por el general Custer: "De victoria en victoria hasta la derrota final"







viernes, 30 de agosto de 2019

CACHINOS DE MINA: LES MUYERES DE LOS MINEROS


JUANA




(Durante varios momentos de la entrevista, a Juana le cayeron unas cuantas lágrimas cuando recordaba a Jose y a Amelia. Que cada lector@ ponga esos momentos dónde quiera)


La barriada de Tuilla era como una casa gigante. La barriada que se empezó a construir en los años cuarenta y pico en la ladera de la montaña eren 43 0 46 viviendes, seis viviendes por portal. El últimu portal llamabenlu “La Incubadora”, porque era donde mas families numeroses había. Y estábamos too el día, too el día en la calle, jugábamos en la calle. La escuela, cuando yo estaba en Quinto, había guajes arriba y neñes arriba, y hubo que juntar neños y neñes porque no se cabía, aules de treintaypico guajes. Ahora no sé si habrá veinte guajes en total, no llega…


Les puertes estaben abiertes, mi madre cocinando, la de enfrente cocinando… si no estaba mi madre ibes a la vecina, “Fulanita, donde está mi madre, fue un momento a nosedónde, ahí tienes la merienda”… Era un ambiente muy familiar, había mucha vida. La mayoría de la gente eren de fuera: extremeños, andaluces, gente de les aldees, mi madre y mi padre de Navia y de Barcia. Cuando ellos vinieron en el ´56, el mi hermanu mayor nació en Barcia, Luciano tenía seis meses cuando vinieron pa acá. Al principiu Carbones, luego Hunosa. Tengo por casa les primeres nómines, les solicitudes…



Al poco vino Santi y estaben en una casa de posaderos. Luego consiguieron una casa en la central telefónica, al lao del campo de fútbol, una casa de aquelles de casi cien años. Fíjate como sería que un día cayo-yos el techu encima cuando estaben durmiendo la siesta, menos mal que no yos pasó nada. Y cuando nos dieron casa propia en la barriada, imagínate… La casa era propia de Hunosa, y cuando Hunosa empezó a vender  les viviendes estaben pagando doscientes veinticinco pesetes. Y el vale de carbón, que mi madre iba a encargar el carbón pero pagaba pa que y lo trajeran, que decíen les muyeres: “Ye igual que cambies de carboneru, solo cambies de ladrón”.  


Mi padre era un poco diferente, no era el típicu mineru que no daba un palu al agua en casa. El era topógrafo, y yo un día entré en la mina con él, era cuando la güelgona aquella del ’87, yo veíalu hacer coses por casa, dibujar, y un día llegó a casa, “a ver, quien quier entrar en la mina conmigo, tengo que ir por la tarde”. Los mis hermanos miraben pa el suelu, y de repente saliome así,  voy yo. “Que no, que no pues entrar, como se te ocurre, que la mina no está hecha pa les muyeres”. Y yo de aquella hacía deporte, tenía veintitrés años, estaba en forma, “papa, que soy atleta”, “si, y el atleta cayó de la bicicleta y rompió una teta… y además tienes que firmar en el “libru de la muerte”, el libru donde Hunosa no se hacía responsable de los accidentes…


Allí fui con él, a les oficines. Y en los aseos de los ingenieros había una muyer de la limpieza, “a ver, Fulanita, mira que minerina traigo hoy conmigo, no tendrás algo de ropina pa ella”. Allá me dieron un mono enorme, les botes eren del 38 y tovía me sobraben dos números, que yo metí dos pares de calcetos. La verdad ye que acojoné mucho, una cosa era ver los planos en casa, pero cuando estabes allí… salí negra, menos mal que había poca gente, pero mi padre, un orgullo; cuando salíamos, mi padre tocaba la campana, yo esperando la jaula, “Fulanu, asómate, mira que minerín llevo aquí”. “Ah Pin, tu tas llocu,  cómo trajiste a la guaja contigo”. Tengo cincuenta y pico años y en Tuilla sigo siendo la guaja de Josepín.


El economato, mi madre llevaba unos sacos de loneta a hacer la compra del mes, el economato estaba al lao de Mosquitera, y venía con otra vecina pa compartir el taxi. Éramos seis a comer, pero de comer bien; y luego lo de diario en les tiendes de Tuilla, ibes apuntando en la libreta y pagabes a fin de mes. . Había muebleríes, comercio… ¡Había un cine con sesión doble! Fíjate, yo vi allí “La diosa de fuego”… ¡Y “El conde Drácula”! Luego ya cerró porque la gente bajaba pa el Maripeña el Felgueroso… Chigres, como pa repartir, vino y más vino, facíen perres; domingos de misa y vermú con mi padre y mi madre.  


Mi padre era atípicu, maravillosu… A la hora del bañu, mi madre bañaba a uno y mi padre secaba a otru; cocinaba, hacía tartes pa los cumpleaños, bajaba al mercao los sábados a comprar. No era el típicu de llegar, comer, siesta, chigre… Cuando los mis hermanos estaben internos, él insistía que había que estudiar, y mi madre cuadriculaba les cuentes. Como el sueldu de Hunosa no daba, mi padre medía praos en los pueblos, cuando había que repartir una herencia… Los fines de semana iba a trabajar con un paisano que quería abrir unes mines de caolín pa arriba de Grao en el monte. Marchaba los viernes por la tarde, llegaba los domingos a las seis… Y el lunes al pozu otra vez. Luego tirábase en la cama y yo sacaba-y los pinchos del monte, pero él ni se enteraba, porque se dormía. 


                                                            - El primer libramientu

Cuando cobraba mi padre, que mi padre cobraba en metálico en la taquilla, tengo el recuerdu de mi madre con el sobre en mano y  empezaba a repartir, esto pa la luz, esto pa el agua, esto pa el no se qué, esto pa los colegios… Y quédame esto pa too el mes, que mi madre decía, no ye que papa gane poco, ye  que somos muchos en casa y hay muchos gastos… Ellos teníen la satisfacción de dar los colegios, y luego la universidad. Yo a mi madre nunca la vi con los brazos cruzaos, a media tarde a zurcir, a remendar… Gracias a eso los mis hermanos adquirieron una educación, y ellos ahora ayuden en casa, hacen les cames, no había que poneyos el platu en la mesa, ayudaben a les vecines... Les mis amigues teníen que servir a los hermanos, estaben de criaos pa ellos, que yo eso en mi casa no lo vi jamás. Que yo conozco gente de la mi edad que se casaron y la muyer tenía que cortayos la carne porque no sabíen, porque la madre yos partía el filete, que yo no tenía que recoger la ropa de los mis hermanos, y eso que yo vivía con cuatro paisanos.


Cuando íbamos a Rodiles  en verano, fiesta… Pero en casa éramos seis, íbamos una o dos veces al mes. Había que llevar de todo, y mi madre pasaba too el día cocinando, ya empezaba por la mañana. A Barro, a Bañugues… La tortilla, los helaos, comíamos como tiburones, la ensaladilla rusa, el vino, la casera, el café en el termo… Too de casa. En los años ’70, el que iba a Benidorm… Como mucho, en Tuilla, cogíen una casucha en Castilla, en Mansilla, en Valencia de don Juan. Nosotros íbamos quince días a Barcia y quince días a casa de mi madre a Navia, eses eren les vacaciones, una caterva de críos,  aire libre, mar, vaques, sayar les patates, montar en caballo, la hierba seca… Era una aventura. Pero mi madre, venga a cocinar pa toos aquellos guajes mañana tarde y noche, que había que trabayar el doble.


Mi padre andaba todo el día con nosotros, vamos a coger castañes. Inventaba juegos pa que estuviéramos los cuatro hermanos jugando, contaba histories, era muy peliculeru. Juegos que no costaran un duro, nada de playstation. En la mesa la cocina, dos tazones y una pelota de ping pong, con un bote a ver quién metía la pelota, el que perdía, fuera. La cocina era un campo de batalla tremendo, hacía belenes, cortaba figures. Josepín, que no y gustaba, decía que él era José.


Hombre, mucha intimidad no había. Por la tarde les muyeres salíen a coser, como haces tu esto, lo otro, hagote yo los puntos… y a charrar, claro, yo metíame por allí y fue cuando aprendí la expresión “que hay ropa tendida”. Eso si, habíales que cuando llegaba el marido a las tres iben pa casa y ya no salíen, porque el marido no yos gustaba que salieran. Y cuando empezamos a salir con les amigues, pa bajar a Sama al cine había que ir a casa de una, a casa de otra… que luego ya les vecines empezaben a mirar cuando llegaba yo, cuando volvía, siempre había un par de elles escucando detrás de la ventana… Había un par de vecines del mismu pabellón que decíen que ya me conocíen por el taconeo… Claro, qué pensaran los vecinos… Y encima yo era una hembra, mira tú, que hasta estaba escrito en el carné de identidá, así, hembra…  Y tus hermanos varones… Hoy yo digo-y a Deva lo de hembra, y suena a cavernícola. Y hoy Deva llega a les ocho la mañana, y viaja, Perú, Colombia…  


Pero al final empezaron a ceder, cuando empezaba a salir vestía de azafata pa ir a Oviedo, mi padre ya me miraba tou orgullosu, mi padre levantaba la persiana a les seis pa veme marchar con el uniforme. Era cuando empezabes a hacer les practiques, a ver mundo, a adquirir cultura, los mis hermanos empezaben a abrise al mundo. Explica-y a mi padre cuando Santi llegó con una casette, Luciano llegaba con música clásica, les melenuques. Enla calle Uría pasaba desapercibido, pero en la barriá…. Tú imagínate los chavales cuando empezaben a oir a Pink Floyd y poner tejanos, mi padre y mi madre ya fueron empezando a entrar por ello.


 - Deva, Amelia y Juana

 Y cuando empezaron a salir con el Inserso, a mi madre no y entraba en la cabeza. En el `88 empezamos a trabayar Josín y yo, y mi padre y mi madre empezaron a viajar, tres comides, y no teníen que cocinar, ni limpiar… y decía mi madre, eso si eren vacaciones. Levantase por la mañana y duchase y desayunar; y a dar un paseo y tomar un refresco; comer y dormir la siesta, cenar, otru paseo… Viajaron muchísimo. Mi madre aprovechó el tiempo perdíu, hoy tien tiempo a leer un periódicu, hablar de cultura,  ver el telediario…  


ANA



Mi padre había sido carabinero en la guerra, estuvo condenado a cárcel 14 años y cumplió tres. A mi madre cuando murió mi padre le pagaron los atrasos de carabinero desde que él los había solicitado. Le dieron una indemnización por haber sido militar y le dejaron una paga. Mi padre vino desde el sur, a él le gustaba la zona industrial, y vino aquí a ver cómo era esto. El era un poco bohemiu, vivió fuera de España, él casose con la primera mujer allí. Vino la guerra civil y la primera muyer murió estando él en la cárcel. Mi padre con su primera mujer tuvo dos varones y dos muyeres; Con mi madre tuvo cuatro hombres y tres mujeres; nosotros carecimos de muchas cosas, pero los primeros hijos de la primera  muyer al encontrarse solos no llegaron a aprender  a leer ni a escribir. El había nacido en 1906; cuando se retiró con 60 años, tenía cinco hijos menores de edad. Cuando vino pa acá, fue cuando estaben haciendo la barriá y como tenía tantos hijos le aconsejaron que solicitara una vivienda de barriada de la empresa, ya que mi madre esperaba el tercer hijo.


Mi madre llegó en el añu 50, con unas alpargatitas; y no dejaba de llover, decía, yo me marcho el año que viene. Ella decía que no había pasado hambre ni en la guerra, en el pueblu teníen pa comer. Mi padre en la mina trabayaba por la noche, él encontrábase a gusto con la solidaridad que había, los mineros eren muy revolucionarios… Sin embargo, aquí no quería metese en problemas. Y sin embargo, él leía libros de Historia, de Geografía. El escuchaba “La Pirenaica”, porque quería saber cómo estaba la situación fuera, y lo que pensaban de España por allí. Pero él hablaba de un mundo ideal que nunca existió, un mundo en el que no hubiera pobreza. 


 El con los hijos hablaba de política. Él era muy mayor, ya tenía 51 años cuando yo nací. Mi madre estaba sola, siete hijos... En Ciañu había un señor que había sido de derechas y los obreros le miraban de lado, pero se llevaba muy bien con mi padre. Y mi padre siempre decía, “¿Por qué no voy a hablar con él, si nunca me hizo nada?”


Cuando llegó mi madre, nunca había visto una cocina de carbón; un vecín venía con les astilles y un calderu de carbón, para enseñala a encenderla. Había gente buena en la barriada que la ayudó en lo que se necesitase para poder seguir el día a día. 


El mi hermanu mayor marchó cuando la huelga del 62, él sabía buscase la vida. Había empezao a trabayar y una hermana marchó con un tiu. Hubo muches carencies, mi madre hacíanos la ropa… Yo estudié hasta COU, pero dejelo, metime a trabayar. Yo siempre estuve muy unida a mi madre. Había uno del pueblu que eren once hijos y yo veía a la hija mayor pasar con unos baldaos de ropa a lavar en el lavaderu… 


Y esa solidaridad que había en la barriá, hoy no queda ya nada de eso. Cuando el conflicto de la Tornillería en el 77, bajaben los mineros desde Carrio, yo estuve asomada a la ventana, y bajaben mineros, y mineros… con la ropa de la mina. Un día enteru de güelga general en apoyu a la Tornillería. ¿Dónde está eso ahora?


Las mujeres en aquella época teníen una vida dura; yo miraba mucho pa mi madre. En mi casa los hermanos arreglábamonos, pero mi madre estaba sujeta veinticuatro horas. Tuvieron posaderos que veníen de otras zonas, gente que veníen a probar la forma de vida en esta zona.


Lo de marchar pa el extranjero fue una opción que hizo que mi hermanu mayor se   fuera. Y luego embarcó quedándose en el extranjero y una vez allí reclamó a tres hermanos y dos hermanes, dos hermanos llegaron a quedarse definitivamente. Yo en el último momento opté por quedarme A mí nunca me gustó la barriada, pero si caigo, siempre me recoge alguien, nací aquí.  Y yo siempre lo digo, yo tengo lo que necesito. Una casa, vestir… ¡Si lo voy a dejar todo aquí!… Yo solo pido trabajo pa los fíos, y buenos servicios sociales, un buen médicu…





MARGARITA



Casamonos en el añu ’70, el ya estaba de picador en Carbones. Yo tenía 17 años. Yo acuérdome que los sueldos eren de sesenta mil pesetes, que yera un sueldu buenu, pero había que picar. Era un trabajo muy duru, no era fácil. El llegaba con la ropa chorreando, y no podíen protestar; el que protestaba ya sabía lo que y esperaba. Hubo muches güelgues, un mes sin cobrar… Claro que fue mejorándose todo, iben ganándolo todo a pulsu. Cuando nos casamos él era de trabayar los sábados, y luego lo de santa Hunosa fue un derechu que hubo que ganalo a pulsu. 


Cuando nos casamos empezamos a conseguir coses, el tenía un Seiscientos, luego un 127, luego un Ford Fiesta pa ir a trabayar… Pero no teníamos agua en casa, ni lavadora, ni cocina de gas. Teniamos una casina en San Miguel de Lada cinco años, que de aquella pagábamos… me parez que eren cien pesetes. Fuimos progresando algo, al poco tuvimos agua en casa, la cocina de carbón tuvela hasta que bajamos pa acá…


Luego que bajamos pa Sama y compramos el pisu hubo güelgues buenes, de dos meses, sin cobrar. Ya teníamos los dos güajes,y había que apuntalo en el economato y ya venía descontao en la nómina. El aceite echabentelo como esto que ye así de la caña de cerveza, en lates, en garrafes…

Y cuando Cele llegaba de la mina, la ropa too mojao,unes nates, y había que ir al lavaderu de verano y de invierno; y menos mal que yo había aprendío a coser y a bordar, y había que repasar la ropa de la mina…


Toos los meses había algo, alguna güelga, la hipoteca, y ya teníamos dos críos; y n ye como ahora, que ya trabajen les mujeres. Y yo no se qué pensar, si ‘tabamos mejor o peor, porque antes la mujer hacíamos de ama de casa, cuidabes a los hijos, el marido, compramos el pisín empezamos a viajar… Sin embargo, hoy, no alcanza. Hoy tampoco se vive mejor, si, hay coches, televisiones; pero qué sueldos hay… Haz diez años ser mileuristas era ser pobre; y ahora después de la crisis ganen seiscientos, setecientos…Y hoy viajamos, pero hay pensiones muy pequeñes, pierdese nivel adquisitivu, que mira lo que suben les pensiones…


A Cele, cuando ya había hecho tres meses de mili, castigaronlu a volver a la mili, a un penal, por participar en una güelga, que lu mandaben pa Mahón , y yo ya tenía el primer críu, que llegaron a Oviedo y dijeron-yos que si eren buenos y dejaben de ser rojos y iben a trabajar, que los perdonaben; y si lu lleguen a llevar pa allá, yo quedaba con el techu arriba y el suelu en bajo; que a lo mejor, qué se yo, tenía que haber buscao un trabajo, no quedaba otru remediu…




Les muyeres teníamos que ayudar a la güelga, les güelgues eren brutales, yo participaba igual que Cele. Y recién bajaos pa acá pa el pisu hubo una güelga que fue la mayor, que salió ahora haz cuarenta años, que nos encerramos en la catedral, dejé los críos con mi madre, y llegó el obispo, portose muy bien con nosotros, y dijo, “por lo que estoy viendo, veo tantes muyeres, veo que ‘tais haciendo un encierru; aquí, si vien la policía pueden entrar y sacavos a palos; entos llevo-vos yo pa el obispao, que allí no pueden entrar bajo ningún concepto”, y allí estuvimos una semana, y portose pero que muy bien, era esi Diaz Merchán, dejábamos meter comida; y había guerrilleros de cristo rey, que entraron al patio con cadenes, pero echaronlos fuera; ya nos dijo el obispo que allí estábamos segures. Dormíamos en el suelu, en la moqueta… y era pa que soltaran a unos presos que habíen pillao en una güelga en Mieres, y sí, y soltaronlos, y salimos. Y pusose una pareja de gaiteros a tocar, y todo lo que sacaben era pa compranos comida.

  
Fueron tiempos duros, pelees, los presos estaben en güelga de hambre. Y llegaba el libramientu el día diez, bueno… casi en blanco… Hombre, los padres ayudaben algo, los críos estaben en casa de mi madre, mi madre bajábamos la leche, compraba ropa pa los críos en Ramos… así que no me quiero imaginar, mujeres que son mucho mayores que yo, eses tuvieron que pasalo mucho peor que yo, eses teníen que ir a los chamizos, la güela de la mi nuera…


Luego ya poco a poco bajamos pa aquí, empezamos a  comprar la tele, los muebles a cuenta en Muebles Severino en Sotrondio, y les güelgues empezaron a bajar, ya empezamos a ir un poco bien; y con todo eso había gente que decía que el pisu nos lu habñia comprao el partido comunista, el socorro rojo, como Cele se había significao; y yo decía,”ojalá, ojalá nos lu hubiensen pagao…” y eso jode, que estas pagando lo tuyo peseta a peseta; y dijeylo una vez a una a la cara, “ojalá nos hubieran comprao un coche… pues no iba a decir que no”.



(Esto ye del Feisbuk de Marga)

Y hoy que vamos con el Inserso, no lo veo contao, ahora mas o menos vivimos bien. Pero ahora, tres comides, de hotel, todo hecho, hacente hasta la cama, imaginate… La pena ye que nos pilla ahora, ya nos queda menos tiempu de vida, tenía que haber sido de mas jóvenes… Y regalao nada, hubo que ganalo todo con esfuerzu. Y ahora dentro poco vamos de vacaciones otra vez… Y ahora pedir salud, y durar unos cuantos años más así. Y los nietos, daslo too por ellos…


(Y cuando habla de los tres nietinos, a Marga iluminase-y la cara; y cuando llega la nietina pequeña con unes orejes de gatina, ya pierde el sentíu…)



ROSA



Ramón el de “El Dorado” (ver “Cachinos de mina 3”) llamábame Tara, porque cuando yo podía llamar desde Taramundi pa preguntar por les amigues, cogía el teléfono así en alto y decía: “¡Conferencia desde Taramundi!”


Mi padre y mi madre vivieron la guerra, pero ye como la canción de Serrat: “Por no pasar, ni pasó la guerra”. Que sí que la pasó, andando por aquella carretera de Torazu a la Villa, pero sin metese en problemas. Mi madre vino cuando la llamó la hermana, pa trabayar en Casa Quirós (Ver “Cachinos de mina 2”). Y mi madre siempre trabayó, no y quedaba otra. Cuando daben a luz les hermanes, Marina, Satur… teníen que mirar unes por otres y hacer lo de la casa. Por eso, cuando veo el “Monumento al Productor”, yo prefiero mirar a “La Carbonera”… Mira a ver mi madre, lo que tuvo que juntar pa viajar a Roma con la hermana, tu güela. Y con el cura, con don Dimas, dos muyeres casaes, faltaría mas. Si salimos adelante, fue porque mi madre tenía una voluntad de hierro.


Mi padre no estaba en la minería, estaba en Duro Felguera. Seis días a la semana, con aquelles varices de tanto estar de pie. Tengo miedo que alguna vez trabajara la semana entera, tengo recuerdos de que cuando íbamos a Gijón un domingo en el tren de madera, al pasar por la fábrica mi padre saludábanos, y luego él iba en la línea. Y estirar el sueldu, cómo no iba mi madre a mirar por la peseta. Teníamos posaderos, alquilaos, uno que de venía de Algarrobilla, de Extremadura, gente que venía de fuera a trabayar en les mines.  Cuando tuvimos lavadora, mi madre alucinaba. Y mi padre arreglaba de todo, hacía de todo, cuidaba le herramienta, recogía todo, guardaba todo, ahí quisiera yo ver a esi MacGyver. Mi padre iba a trabayar en una bicicleta de fierro que había sido de tu madre.  Claro, tú imagínate cuando compré el Seiscientos de segunda mano, veinticinco mil pesetes, un capital… Él tenía ganes de coche, decía que él solo había conducío “un fotingo con dos bigotes”, vete a saber tú qué era eso. Cuando íbamos al Jardín a Gijón, y al Parque del Piles con les mis amigues, éramos  les reines del mambo. Que los vimos a todos: Demis Roussos, Rafael, el Dúo Dinámico…Y una noche al venir pa Sama... apaga esi cosu, que no grabe... que teníamos un piloto fundíu, y no podíamos venir pa Sama, si nos para la Guardia Civil en el Berrón... Y había tantos coches por allí... y apareció un piloto...


Yo saqué la reválida voy decite porqué. Un día, don Gervasio el maestro subió a tomar el café, y pusome una cuenta un poco difícil, por decite algo, una raíz cuadrada, y hícelo. Y empeñose, Luisa, que la niña sirve, no la deje que vaya a trabajar, o a coser, que hay que estudiarla… y mi madre al principiu decía que imposible, y dijoilo  a mi padre. Y mi padre dijo que imposible, pero mi madre, sopa de ajo toos los días, pero la guaja va a estudiar. Así que iba a clases con don Plácido (el padre de Rosa Beltrán). Entretanto iba a coser con Isolina pa aprender costura; dijo mi madre que si era como pa recoger agujes del suelu. Claro, si quería un vestidu pa Santiago… Y aprobé la Reválida y el ingreso a Magisterio. Claro, cuando hicimos el viaje de estudios a Madrid… tu imagínate unes guajaques en los años sesenta, yo creo que toovía no cerré los ojos.Y fue tu tíu a controlar, no faltaba mas, y llegamos media hora tarde, seríen les nueve y media la noche, imagínate, y puso el gritu en el cielo: "¡Que soy don Ricardo Quirós, ingeniero de minas!". Y la que iba con nosotros, "¡Que yo soy doña Fulanita Nosequé, ya no me acuerdo, catedrática de Magisterio!". Y armaron una...


Entós empezaron a llamame pa dar vacaciones, si el maestro quería una sustitución tenía que pagala él del bolsu. Yo empecé ganado siete mil pesetes. Y en una de estes llamaronme pa dar escuela en… Abraido, en Taramundi, calcula ir pa allá en el añu ’70, que nos llevó Chema el viajante. Y una vez en Taramundi hubo que contratar a un paisano pa que nos subiera en burra, yo subía en la burra con un sacu, que iba el sacu pa allá, yo, pa allá;  e iba el sacu pa el otru lao, y yo pa el otru lao… Y aquella noche decía mi madre, “volvemos pa casa, como si hay que comer sopes de ajo too el añu”. Pero quedeme…


Y otru añu pa Ibias, que se me paró el seiscientos en el  puertu del Connio, y decía Pili, la mi compañera que estaba conmigo en la escuela: “Va a ser de los platinos”. Y desmontamos los platinos, y claro, aquello no arrancaba; y allá al cabu pasó un mozu y el mozu aquel hacíase cruces, cómo habíamos quitao los platinos, que había que dejar una distancia como el papel de fumar. “Que si no llego a pasar yo, conmen-vos los llobos”. Y otru añu que quedamos atrapaes por la nieve, que nos bajaron los mineros por les rodaes, y tuvieron que arrastrar el Seiscientos con una cuerda. Y cuando nos llevaron a un bar, tú imagínate a Pili y a mí con una copa de coñá en la mano…


Porque allí arreglabenlo todo con el coñá. Una noche parió la vaca en la casa de Abraido, y "señorita"… Yo allí alumbrando con el carburo, mira tu; y en esto el paisano metió la mano, y cuando la sacó, nates, sangre, qué se yo… El casu ye que yo desmayeme. Con que va el paisano, baja la botella de coñá, y yo allí un lingotazu, a les tres de la mañana.Con que una noche quedaronseles guajes a dormir en mi casa, y yo después de cenar empecé a barrer les migues, y ay, señorita, que no se puede barrer de noche, venga a llorar, que nos va a llevar la Guaxa, y va a venir esto y lo otro, que va a barrer la Güestia, y que vamos a morir. Y ficeles barrer toa la casa, a ver que ye esto, venga a llorar, y a dormir. Y hasta hoy...


El Seiscientos no lu llevé a Alicante de mano, pero fuimos de viaje de novios a Galicia y a Oporto, y luego ya de tirón a Madrid y a Alicante, que dimos dos vueltes a la Cibeles porque no sabíamos pa donde ir…


Al final saqué les oposiciones en Alicante, y como tenía que escoger plaza abrí el mapa y dije, a ver, en cincuenta kilómetros, lo que haya. Diéronme la Romana, que yo nunca había oído hablar de aquel pueblu, no sabía ni donde estaba… Hasta hoy, hasta que me jubilé allí haz seis años, y los mis guajes criáronse allí, y ahora hablen valençiá, y dos de ellos fueron a la Universidad, y el otru, Luis, compró casa haz unos años… A mi nadie me apretó, pero ahora hablo valençiá como uno más. Y eso que yo creo que ahora son ellos los que hablen asturiano. Haz unos años fue Marce el de Colunga con dos cajes de sidra y no paró de echar…


Y cuando me hablen de feminismo, y de machismo… Luis dizme, “Mamá, yo no conozco Asturias, sólo de Sama a Rodiles y de Rodiles a Sama”. Yo tenía que ir a la playa con tres rapacinos, el mi hombre, mi padre, mi madre, levántate, haz la tortilla, los filetes, prepara a los guajes, todo en el Seiscientos… Era lo que me tocaba. Por eso, ahora yo miro pa la tu sobrina, de qué iba yo a llegar a casa a les ocho la mañana, y vivir con el mozu sin estar casada…