PILI
Llamabenlu Cayeyo, y eren una familia de aquelles de después
de la guerra, que murió el padre tan joven en la mina, y pasabenlo tan mal, tan
mal; eren la madre, tres muyeres y el guaje; y cuando tenía trece años les
hermanes andaben por ahí de asistentes, y dijoi la madre, ay Faustinín, Tinín, tienes que dejar la escuela
y ponete a trabayar, porque yo no aguanto más, y andaben cogiendo el carbón que
caía de los vagones, pa vendelo, y toos esos cuentos… y ganaba un sueldín
pequeñin, empezó de aguador, y cuando llevaba unos meses ya lu pusieron de
guaje pa ayudar al mineru; y resulta que de repente al poco hubo un derrabe en la mina,y el mi
Faustino quedó enterrau; pero estaba en un sitio que se podía mover un
poco, y taben los de fuera, Tinín, tal y
cual, sal pa fuera, pero non te muevas mucho, no sea que te caiga encima; que
está todo tranquilo, y allá un cachu diz él, yo no me muevo, no me muevo, pero cai ello solo, cae ello solo; y Cayeyo-y
quedó. Con les tres hermanes y la madre, que la madre murió al poco, y los
Cayeyos eren famosos; Y cuando podía comía con nosotros en la cocina, lo que
comíamos nosotros, gustaba-i el quesu Cabrales con una manzana; eso era un
banquete, chaval; esa gente pasaba mucha hambre…
El Forosu era otra cosa, era finu, iba por libre; era jugador
de cartes, era muy buen jugador de cartes,
y diba a jugar a Oviedo, y era jugador de los buenos; y alguna vez venía
con les perres de Oviedo, y veníen andando muches veces; y alguna vez tenía que
quedase escondíu en alguna casa, porque notaba que lu veníen siguiendo pa
robalu, y veníen escondíos; y esos eren otra clase de gente, porque teníen
huerta, eren de Cuesta de Arcu, y con la güerta ya sacaben; y era el Forosu y les
cuatro hermanes, y dos eren limpiadores de La Modesta, y ya teníen un sueldín
de la empresa; y otra estaba casada con Vigil, que venía mucho al bar; y la
otra hermana estaba casada con un mineru, y esos vivíen bien, esos no pasaben
fame. Los que teníen una güertina ya vivíen un poco mejor.
Cuando les fiestes, cuando los Entibadores, veníen los
ingenieros del pozu, porque de aquella solo había tres bares curiosos; el resto
eren chigres de mina. Y estaba El Polesu, y el Miramar, que todavía no estaba
el Oriental, y Casa Quirós, tu güelu; y cuando el concurso llegaron a vender
cuarenta y siete cajes de sidra hasta
les cinco de la tarde, salíen les boles de serrín por la puerta; y pa échalo
estaba el mi primu Ricardín, y Ricardín era muy curiosu pa echar la sidra, y tu
tíu Ricardo, y dos mozos que contrataba
mi padre; y andaben los ingenieros que no paraben, y venga tortilles, y
mariscu a retorcer … Y los entibadores de Mieres, y de Cabañaquinta…
Y cuando veníen los de la contrapartida, y los chivatos de la
brigadilla, y entraben por el bar por bajo a buscar a uno, ya entraben dando palos; y paraba mucho
por allí un tíu de los de Món, el padre
de Mari la de Món habíen mataolu en
Oviedo cuando la guerra; y dijo mi padre abajo: “Ostia, los de la contrapartida”;
y el tíu de Mari y dos o tres ya se estaben tirando por el balcón a la calle…
Yo ya tenía quince años, y por les tarde diba a bordar, y por
la mañana cosía allí junto al balcón, y oíase todos los ruidos de la calle, y
aquel día oíase un runrún diferente; y les otres taben limpiando por arriba, y de repente
siento, “tienenlos en la Casa Socorro”, donde el Juzgao” Y asómome y digo, qué
ye lo que pasa. “Que hay cuatro muertos, hubo una batida y me parez que hay
cuatro muertos de esos fugaos que anden por el monte”; y yo abrí la ventana del
balcón, y decíen, “van a llevalos pal cementeriu”, y teníenlos donde la
Ispeción, y al hermanu de Samuel, el ciegu, el cadáver, estaben dandoi pataes
en les piernes, y poníen a Samuel cerca, mira, mira (¡era ciegu!), de eses
aberraciones que hay; y resulta que tuvieronlos allí haciendoyos mofa; y quedo
yo en el balcón, idiota de mi, y en eso pásenlos en una camioneta delante del
balcón, y yo veialos, teníen tapaes hasta les rodilles, claro, eren mozos
grandones; unes botones así, yo creí que me daba un ataque, y pegué un gritu; y
mi madre, “¡quítate de ahí, quien te manda estar ahí!”.
VELI
A los 16 yo ya empecé a trabayar de pinche en la
construcción, con Iglesias, al lao de la carpintería de Joaquín; y pa que te
dieran la categoría de peón había que esperar a los 18 años y había que
afiliase al paro pa que yos dieran a ellos una subvención. De pinche cobraba
quince, dieciséis mil pesetes, los libramientos tan ahí pa ver, en casa; y
cuando me pusieron la categoría de peón con 18 años cobraba veintisiete,
veintiocho, treinta mil pesetes, sería en el ‘76. Y yo, na mas cobrar, dabai la
paga a mi madre, y mi madre dábame dos mil pesetes, y yo era el rey del mambo... Pero el
constructor jubilose, y echonos a toos al paro; lógicamente, sin indemnización…
Y a empezar de cero.
Y yo bajaba con mi padre cuando él diba pa el ayuntamientu… Mi
padre con 35 años ya ‘taba silicóticu de la mina, de segundu grado, cobrando
tres mil pesetes; empezaben a trabayar con 14 años, qué quies… Y como no había
“fierro”, date cuenta, cuatro paisanos y mi madre cinco, y él seis… Y él pusose a trabayar en el
ayuntamientu, esa ye otra, el ayuntamiento no quería entrar ni dios allá, y
decien-y, vas a recoger la basura y la mierda,
y les cunetes… pues a limpiar cuentes por too el pueblu. Y a mi padre daba-y el
Montepío cinco mil pesetes…
Yo bajaba andando con mi pá, bajabes andando, igual que
cuando empecé a trabayar en la mina, yo no tenía derechu a línea [de
transporte], y una mojadura pa bajar, otra pa subir, y nevando, teníes que bajar
andando hasta Ciañu; y si coincidía con la línea, bien, pero como coincidiera
que tenies el relevu a les doce, o a les ocho… no podíes negate. No bajé yo
andando veces… y salíes con frío a les tres o les cuatro, y lloviendo, nevando,
con calor, y venga andando pa arriba… Yo tardé dos años en comprar coche.
La mili, un atrasu, fui el únicu de los hermanos que fizo la
mili, ‘tuve con los moros, un añu en Cádiz y luego pa Melilla, un añu y picu, y
luego cuando vine a empezar de cero, no teníes nada, sin paro, sin ayuda, sin
referencies… ‘tuve trabayando en “B”, cholleando con un paisano, lo que podía,
dabame doscientes pesetes la hora, pero cotizar, nada… Yo no quiero acordame pa
atrás, la gente arreglábase, pero trabayando.
Yo les primeres convocatories
de Hunosa echamosles el mi hermanu yo, sería en el año 82, que teníes
que dir a echar la solicitud en los chalés que hay donde la Renault… De aquella
daben preferencia por el baremo establecíu los que teníen al padre trabajando en activo, teníen más puntuación que los de pasivo; y teníen preferencia absoluta los que se había matao el padre en la mina. Yo ya por fín acabé entrando con el baremo del paro.
Luego entraben los siguientes, y obteníen puntuación los
casaos, con fíos,con hijos políticos… Y yo cuando vine de la mili, anduve
trabayando algo en el MOPU, en el ayuntamientu…
Por fin cuando entré en Hunosa, echaronme con Secades, esti que ‘ta en
el San Esteban, de vigilante, a sacar
fierro, con un barrenista. Luego echaron-nos cuatro días a Sotón y
arreventaron-nos el alma, metimos madera, pieces de tres metros, trabayando como
osos, dando tira…
Nadie se imagina lo
que hay ahí abajo; lo que hay ye otru mundo. Yo trabayaba cinco hores,y teníes
otra hora pa salir y lavar la la ropa, y
tendelo, y sudabes , y bajaben ríos de
agua, cuando bajaba el panzer, y bajaben unes riaes de agua desuputamadre,
trabajabes con un pantalón de agua, pa no mojalu, y un culeru, que los hacíen
aquí en la Torre Bajo, Gabriel, uno que había tenido un accidente en la mina, y
apartaronlu; y era el que hacía los culeros,
como estos del Oeste, amarrabes les pates, y el cinteru pa arrastrar el culo por la rampla pa abajo;
si no, no ganabes pa ropa.
Y un día, cuando había visites, que se permitía entrar, vino
uno que decía que quería conocer el sitiu donde había trabayao el padre, porque
el paisano había trabayao en Carbones; y metiolu el mineru de
seguridad, y el gallu aquel vio les luces, y los talleres na más entrar, “bah,
yo pensaba que era otra cosa”; y dijo el mineru, esti va a cagase en su puta
madre, cuando salga no va dar la misma opinión; y metiolu por les peores
ramples: nates, agua, barro… y cuando salió, yo no lu conocía: “¡Ostia! ¿Qué,
sigues pensando lo mismo?” Nun hablaba, taba negru… Y decía el de seguridad, esti hoy
duerme a gusto…
Con cuarenta grados de calor, hay situaciones… y sabes que
hay seguridad, y médicos y la Brigada, pero eso acojona. Mira, a mi tocome
sacar uno, un fin de semana, un polacu,
cuando lu sacamos pa mi que ya taba
muertu, y avisaronnos, yo taba en décima, “oye, un chaval que escapó por la
rampla abajo”; cagondios, y fuimos con una máquina, y llevámoslu rápido a la
caña del pozu, y yo llevaba la máquina, y yo miraba aquel cuerpo, pero ya
veíes que taba rígidu; y cuando lu
llevaron pa Villa, ya murió. Y dibes a ver a los polacos, algún día que tabes
relajau… aquello metía pánico, el sitiu donde taben trabayando… unes chispes,
un ruidu…
Ya del ruidu ni hablamos… Les turbines, los motores, los
martillos, unos golpes, la jaula… Notabes el silencio cuando marchaba la
corriente, que paraba too, era como si se hiciera de noche… Yo toy sordu como
una tapia… Bueno, ‘toy en el límite. El últimu reconocimientu, aquí en Maria
Luisa, decíame la ATS: “¿Qué, nun sientes na?” Y yo miraba pa ella,
y reíame, y decía: “empieza cuando quieras”. Y abre la puerta, “¿Cómo que no
sientes ná, si ya llevamos un cachu…?”
Ahora, yo si volviera a empezar en la mina, yo volvía… Y
ahora tengo a la guaja pa la Universidad, que ‘ta acabando Historia del Arte, y
como no voy a ‘tar orgullosu, mi güela había recogido carbón, mi padre mira como
murió… Y ahora yo toy orgullosu de sacrificame pa la mía fía, quién me iba a
decir que diba a sacar una beca pa estudiar en París, y ahora ‘tá en el Reina
Sofía haciendo practiques; sin cobrar, claro… Y saliendo pa adelante, pero eso
si, con el sacrificio del padre y de la madre.
Yo retíreme con 44 pa 45 años; escucha, no llegó a veinte
años. Lo que no entiendo de les critiques, joder, oportunidad pa entrar tuvo
too el mundo, cualquiera podía haber entrao. Yo cuando entré nadie pensaba que
iba a haber esta lotería, ¿quién lo sabía?, y hay prejubilaciones en cincuenta
mil sitios; y hay mucha gente que marchó con el jornal que tenía estipulao , no todo el mundo marchó con eses
burraes que se dicen por ahí. Y punto, y a mi van pagame lo mismo en casa que trabayando…
Luego, claro, esti tira por aquí, esti por allá, y saltose dos categoríes, esti
pasó por delante de mi… yo ahí no entro. Aquí les coses fallaron, cuando se
firmaba el conveniu decíen, hay que meter ochocientos paisanos, y dónde están…
¿de quien ye la culpa? No lo sé…
JUAN MIGUEL
Yo nací en el sitiu mas mineru del mundo mundial: en la sala
Santa Bárbara del Hospital Adaro. Mi madre había tenido problemas en el partu
anterior, y derivaronla pa el Adaro. Y mi padre tovía se acordaba de la monja,
la matrona… Mi padre 'tuvo de barrenista. La barríá, de aquella, en los años
sesenta, había nueve pabellones de cuatro portales cada uno, menos el VII que solo tenía dos portales. Y el pabellón IX, que ye el primeru que te encuentres subiendo, de los cuatro portales, dos eren de los Ferroviarios y los otros dos de la Mina del Río, y casi segurop que alguna empresa mas, pero siempre del gremio de laminería; pero había tantísimos paisanos, había cases en la Foyaca, en el Prau del
Americanu…
Mi padre y mi madre estaben
viviendo en una habitación con derechu a cocina en La Felguera, y cuando
vinieron pa la barriá les mis hermanes quedaron allí; y mi padre trabayaba por
la mañana en la mina y por la tarde con los albañiles. Luego alquilaron una
casa en Cuturrasu, y subía y bajaba a trabayar en bicicleta, taben como osos. Y
luego ya vinieron les mis hermanes. Y en la Joécara les cases eren de la empresa,
de Duro Felguera.
Cuando eramos chavales en la Joécara, había de todo, pero yo
teníai muchu respetu a mi padre y a mi madre, y yo no me metía en nada; mi
madre, a organizar la familia. De aquelles había la tienda de Nieves (la
hermana de Junquera, el que fue porteru del Real Madrid, que murió haz poco); y
en Cuetos había otra tienda, y en la Joécara había tres o cuatro tiendes, y la
dueña de la tienda ya te conocía… Cuando había huelga, había que apuntar en la
libreta pa el mes… Entos cuando cobrabes mi madre pagaba, eso era sagrao. Y
decíen que había “bandes”, pero no era pa tanto, eren mozos de la barriá, la “banda
del Chupu de Ciañu”, “la banda los rojos”... que si había que pegase de osties, eso
era normal, no era la violencia que hay ahora.
Yo, lo que veía de aquella en la barriá, era muy oscuro, muy
clandestino; de vez en cuando escuchabes “La Pirenáica”, y había una serie de
families que todo el mundo lo sabía que eren de tendencia comunista, y cada equis tiempu
había huelga, y bajábenlos a la Inspección. Toos sabíen quienes eren
comunistas, los socialistas estaben un poco más tapaos… Cuando había huelgues
iben a buscalos y mandábenlos bajar pa’l cuartelillo, el cabu P… de los
cojones. Esta gente estaben muy organizaos, cuando había huelgues veníen perres
de fuera, pero nosotros no lo veíamos. Un día la hermana de un amigu míu
apareció con la cabeza rapá, y a mi decienme que si tendría piojos, pero era
una advertencia… Tengo un recuerdo muy vagu, no era muy habitual, pero cuando
la Güelgona debió haber mucho…
Y cuando entrabes en Hunosa, ya el SOMA y Comisiones ya se te
acercaben a ver qué orientación teníes, acompañabente a hacer gestiones los
primeros días. A los seis meses ya me metieron en les listes. Cuando había
elecciones sindicales no se perdía ningún votu, si había que dir a buscar a un
paisano, bajábamos a buscalu; si faltaba Fulanu dos hores antes de cerrar
la urna, ya sabíamos: “No, Fulanu ‘tá en Villa, que tien a la madre en la
residencia, vien dentro de una hora”; y Fulanu llegaba. Y el paisano venía de
casa con el sobre del votu, pero a la puerta estaba el delegao del sindicatu
con el sobre buenu, no fuera que cambiara el votu. Y lo votos estaben cantaos…
El sindicatu tendría muy mala fama, pero también conseguía
muches coses pa la gente, pa los enfermos, pa los que se jubilaben; cuando se
empezó a cobrar por el banco la empresa quería quitar la hora de paga, doce
meses, doce hores, y al final dieron dos días… Gente como José Manuel, el que
tuvo el accidente, consiguieron-y el puntu compatible. Claro, veníamos de
trabayar seis días, doce hores…
Consiguiose trabayar un sábado menos, Santa Hunosa, luego dos sábados menos… En los convenios
había mucha solidaridad, y en vez de pedir pa los que tábamos trabayando,
pedíase que se metiera más gente a trabayar, o más días de vacaciones… Si no
fuera por los sindicatos, la gente que critica a los sindicatos no ‘taríen en casa ahora con les
prejubilaciones que tuvieron.
Lo de que los mineros eren unos vagos, mira qué te digo, a mi
tocome días de 'tar mirando pa el techu, y tocome entrar un sábado a les diez de la noche y
salir el domingo a les cinco la tarde porque había que reparar una cinta pa el relevu
del lunes… Y también ye verdad, habíalos que picaben en el bar, o habíalu que
era un calquín y taba too el día barriendo, y dábase una importancia de la
virgen. En La Moral había un picaor, Trigo, que la fía trabaya en Suminfor. que
esi trabayaba como un condenau, pero ganaba más que el ingeniero… metía
mampostes a maza. Ganaba muy bien, pero era porque lo trabayaba.
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