Como dijo el abuelo Groucho: "Partiendo de la nada llegaremos a las más altas cimas de la miseria". También recogido por el general Custer: "De victoria en victoria hasta la derrota final"







sábado, 24 de agosto de 2019

CACHINOS DE MINA IV: AMABLE (LA BRIGADA)




Mi padre retirose de la mina con treinta y cinco años con silicosis de tercer grado; murió a los cincuenta y dos, y nunca quiso la mina pa nosotros.  De los ocho hermanos, los cinco varones fuimos mineros; y estoy seguru de que si hubiera visto que dos de nosotros entramos en la Brigada, era el padre más orgullosu del mundo… 


En Mosquitera prendiose la cinta y luego  cogió fuego una capa de carbón muy ancha. Era el día de la lotería de Navidad, comiendo el pinchu en la brigada llamaran-nos y salimos pa allá y encontramos aquello, unos saliendo, la mayoría dentro, otros medio intoxicaos. El humo era desagerao, mira lo que te voy decir, no se veía la mano delante de la cara. Nosotros andábamos cogíos por los hombros unos a otros a los equipos autorrescadatadores,  en fila india pa que nadie se perdiese. 


A partir de Mosquitera empezaron a suministrar equipos individuales, que nosotros los probábamos en la Brigada, pero los primeros teníen autonomía pa media hora. Qué pasa, que a veces tienes que andar una hora, hora y media hasta que llegabes a una zona “limpia”. Esa autonomía sólo la teníamos nosotros con los equipos propios. Ni los bomberos tienen esos equipos para grandes incendios.


Yo entré a los diecisiete años, estaba prohibido, hasta que cumplí los dieciocho años no me aseguraron. En aquella época la minería era muy dura, siempre había sido dura. No había agua pa barrenar la piedra, la silicosis destrozaba a los paisanos. Hoy en día no hay polvo, hay dos mangueres, una pa el aire y otra pa el agua, hoy casi no ves polvo… A mi tocome barrenar sin agua, sin mascarilla…   Los guantes, les botes de seguridad… eso ye del otru día. Yo venía de la mina privada, una mina de Tudela Veguín que había encima del a cementera, la mina el Cestu,  y allí mataronse cuatro…


La Brigada, son gente muy cualificada… superhéroes no, supermineros tampoco, pero son gente muy hábil, pero hay que tener unes condiciones. Les pruebes médiques eren muy dures, ocho días de prueba con el equipo de autorrespiración encima, una prueba de resistencia en Oviedo como los ciclistas… pero hay que tener vocación, tener cabeza, controlase. Y la formación ye continua, hay teórica, gimnasio, hay que analizar mil y un accidentes, sacar lo mejor de cada uno. Ser el mas burru no vale, no vale “ir por cojones”. Y escondese tampoco; el equipo son cinco paisanos y  no todos hacen lo mismo, uno pica más que otru, otru postia, por eso ye un equipo… Echábamos muchísimes hores, pero  no valía dar la vuelta pa casa. Yo conocí dos chavales que al añu tuvieron que dase de baja en la Brigada.


Yo estuve en la brigada quince años, y ye mucho lo que vives allá. Era difícil pasar un mes sin salir. Era Hunosa y la minería privada, Tineo, Cangas de Narcea, León… Igual había cuarenta y cinco mil mineros. Como sería que en un momento había dos brigadas, una en Mieres y la de aquí en Sama. Hoy lo privao debe estar todo cerrao, poco o nada. Palencia, Teruel, Córdoba…  


La brigada, yo lo vivía, valía pa ello, me gustaba. Nunca me planteé dejalo y volver a picar. Hombre, cuando hay accidentes nadie va a gusto. Tu salíes y estaben allí los hijos, la mujer, los hermanos… Cuando nos veíen llegar, qué cares de alegría. Y pa los mineros la Brigada era muy apreciada. Cuando había aquelles güelgues tan grandes, que había cortes de carretera, barricaes, piquetes… a nosotros dejáben-nos pasar de frente, “Abrir, que ye la Brigada”. En la Brigada no hay güelga, no vale decir “Yo quiero ganar más, hay que ponese en güelga”. Una vez pusieron-nos el apodo de “los ángeles de la mina”. En Nicolasa sacamos catorce cadáveres. Nicolasa fue una explosión, el grisú… El oxigeno desaparez totalmente, pero la explosión, como de aquí a la Felguera, si encuentra gente viva, mátalos de ahechu en menos de un segundu. A les cuatro la mañana…


Los cadáveres… a mi gustame hablar con prudencia de ellos. Salen quemaos, rojos… Agradable un accidente nunca ye, pero… Vagones que llevaben dos mil kilos, estaben todos juntos; y el panzer estaba en un cruceru amontonao, de la fuerza de la explosión. Cuando estas allí no pienses, lo primero que haces ye una primera exploración. Acojonase, nada… Yo vi algún brigadista vomitar cuando veía la sangre, cada uno ye como ye… Dicen que estamos hechos de otra pasta, pero hay que trabajar. Y no puede quedar ninguno dentro, eso ye sagrao. Yo oí muches coses, decir que la brigada no sacaba gente, cuando tardabes una semana, otra... No se puede disparar, puede haber una persona viva en cualquier sitiu.  


Mosquitera fueron unes condiciones muy males, hubo que invertir la ventilación. En lugar de meter aire en la mina, sacalo. Aparte del incendio hubo un hundimientu de la capa que estaba ardiendo. Intentamos pasar como fuera, pero imposible. Una quiebra, un derrabe… Ye como un argayu en un prau, corta y arrastra, pero trescientos, cuatrocientos metros abajo. Hay tonelaes y tonelaes de carbón. Presa, el tu amigu, sino hubiese sido por la Brigada… (Ver “Cachinos de mina I, José Manuel”) La capa de carbón estuvo quemando años, a los dos años pasamos a tomar muestres y tovía estaba caliente. 



Hubo dos que los sacaron medio muertos por Pumarabule. De aquella, ocho brigadistas y yo caímos de los ojos, no había gafes pa el humo. Hoy hay mascarilles refrigaraes por oxígeno, pero haz ya casi treinta años… Salimos pa entrar por Carbayín, y cuando tábamos fuera dicen-nos que hay gente en octava, el incendiu había sido en sexta [planta]. Hubo que entrar a por ellos, bajar a octava, había doce, y entós intentamos ayudalos con la técnica de “el biberón”, cogelos por el hombro y que respirasen del nuestru rescatador, y luego respirábamos nosotros: pero no te soltaben el bocal. Tuvimos que salir de allí, ir a la brigada, una movida… y meter equipos como el nuestru. Al final sacamos a los doce vivos.

Esos cuatro que murieron, a mi no me tocó recuperalos, ya teníamos quemadures en la cornea de los ojos. Uno de ellos había estao de barrenista, y ya salía, eren de una subcontrata. Y garró la máquina y entró otra vez a por el fiu; descarriló la máquina, y allí quedó el paisano, y costó mucho sacalu… Por eso, cuando ves les películes de los marines esos americanos, “no queda nadie atrás”… Eso ye lo que hacemos nosotros. Un paisano que entra allí tien que entrar con la espalda cubierta, sabiendo que nosotros no dejamos a nadie. Si el rescate fuera privao, de otra empresa, ya no era lo mismo. Son los compañeros.


Cada uno de nosotros tien su equipo, trabajes con él, y una vez cada quince días hay que hacer revisión total. Tenemos el mismu aparato respiratorio, pero el equipo tien que estar graduao pa la capacidad respiratoria, el pesu, la altura… Y esto de Totana, lo del guaje esti, un país que tien una Guardia Civil como esta, unos bomberos, y una Brigada como esta, ye un lujo de país. El agujeru de lo de Málaga… un metro, y poco más. Tienes que llegar a saber que el guaje está ahí, ni un metro arriba ni un metro abajo, microvoladures…


Y hubo un incendiu en Mosacro, y tuvimos que ‘tar dos meses allí apagando el fueu, pero no hubo muertos. El presidente de Hunosa, era Tejuca, una maravilla, era buen ingeniero y era mineru… Nosotros tabicamos toos los planos, y hubo que cerrar el pozu. Y un día a primera hora vino Tejuca, y reunióse con los brigadistas y el capataz de la brigada. Tejuca preguntonos que cómo taba la situación y habló el capataz, Alfredo Álvarez, y Fredo dijo que la situación no podía ser peor. Y preguntó: “¿Se puede apagar el incendio y recuperar el pozu?” Y nosotros mirábamos unos pa otros, y mirábamos pa abajo, y no decíamos ná, y mirábamos pa’l techu… Y en esto Ramón Hevia, el que va conmigo a entibadores, no podía ‘tar callau, y soltolo: “Home… ¡pues claro que si!”. Y tuvimos que ponenos a recuperar el pozu, Toes les navidaes, Nochebuena, Nochevieja… Yo bajé cinco quilos. Había que entrar dentro los tabiques y atacar el fueu con agua. Salíamos con el cascu marcau en la cara, quemaos… Dentro, sóbrate todo, ocho hores… Menos mal que Hunosa se portó bien y luego nos pagó una comida…  


Yo estoy orgullosu de haber estao en la Brigada, cuando veo a los compañeros en la calle, cuando te encuentres con uno, con otru… Diz la muyer que yo echaba más hores en la Brigada que en casa…




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