Mi padre retirose de la mina con treinta y cinco años
con silicosis de tercer grado; murió a los cincuenta y dos, y nunca quiso la
mina pa nosotros. De los ocho hermanos,
los cinco varones fuimos mineros; y estoy seguru de que si hubiera visto que
dos de nosotros entramos en la Brigada, era el padre más orgullosu del mundo…
En Mosquitera prendiose la cinta y luego cogió fuego una capa de carbón muy ancha. Era
el día de la lotería de Navidad, comiendo el pinchu en la brigada llamaran-nos
y salimos pa allá y encontramos aquello, unos saliendo, la mayoría dentro,
otros medio intoxicaos. El humo era desagerao, mira lo que te voy decir, no se
veía la mano delante de la cara. Nosotros andábamos cogíos por los hombros unos
a otros a los equipos autorrescadatadores,
en fila india pa que nadie se perdiese.
A partir de Mosquitera empezaron a suministrar equipos
individuales, que nosotros los probábamos en la Brigada, pero los primeros
teníen autonomía pa media hora. Qué pasa, que a veces tienes que andar una
hora, hora y media hasta que llegabes a una zona “limpia”. Esa autonomía sólo
la teníamos nosotros con los equipos propios. Ni los bomberos tienen esos
equipos para grandes incendios.
Yo entré a los diecisiete años, estaba prohibido,
hasta que cumplí los dieciocho años no me aseguraron. En aquella época la
minería era muy dura, siempre había sido dura. No había agua pa barrenar la
piedra, la silicosis destrozaba a los paisanos. Hoy en día no hay polvo, hay
dos mangueres, una pa el aire y otra pa el agua, hoy casi no ves polvo… A mi
tocome barrenar sin agua, sin mascarilla…
Los guantes, les botes de
seguridad… eso ye del otru día. Yo venía de la mina privada, una mina de Tudela
Veguín que había encima del a cementera, la mina el Cestu, y allí mataronse cuatro…
La Brigada, son gente muy cualificada… superhéroes no,
supermineros tampoco, pero son gente muy hábil, pero hay que tener unes
condiciones. Les pruebes médiques eren muy dures, ocho días de prueba con el
equipo de autorrespiración encima, una prueba de resistencia en Oviedo como los
ciclistas… pero hay que tener vocación, tener cabeza, controlase. Y la
formación ye continua, hay teórica, gimnasio, hay que analizar mil y un
accidentes, sacar lo mejor de cada uno. Ser el mas burru no vale, no vale “ir
por cojones”. Y escondese tampoco; el equipo son cinco paisanos y no todos hacen lo mismo, uno pica más que
otru, otru postia, por eso ye un equipo… Echábamos muchísimes hores, pero no valía dar la vuelta pa casa. Yo conocí dos
chavales que al añu tuvieron que dase de baja en la Brigada.
Yo estuve en la brigada quince años, y ye mucho lo que
vives allá. Era difícil pasar un mes sin salir. Era Hunosa y la minería
privada, Tineo, Cangas de Narcea, León… Igual había cuarenta y cinco mil
mineros. Como sería que en un momento había dos brigadas, una en Mieres y la de
aquí en Sama. Hoy lo privao debe estar todo cerrao, poco o nada. Palencia,
Teruel, Córdoba…
La brigada, yo lo vivía, valía pa ello, me gustaba.
Nunca me planteé dejalo y volver a picar. Hombre, cuando hay accidentes nadie
va a gusto. Tu salíes y estaben allí los hijos, la mujer, los hermanos… Cuando
nos veíen llegar, qué cares de alegría. Y pa los mineros la Brigada era muy
apreciada. Cuando había aquelles güelgues tan grandes, que había cortes de
carretera, barricaes, piquetes… a nosotros dejáben-nos pasar de frente, “Abrir,
que ye la Brigada”. En la Brigada no hay güelga, no vale decir “Yo quiero ganar
más, hay que ponese en güelga”. Una vez pusieron-nos el apodo de “los ángeles
de la mina”. En Nicolasa sacamos catorce cadáveres. Nicolasa fue una explosión,
el grisú… El oxigeno desaparez totalmente, pero la explosión, como de aquí a la
Felguera, si encuentra gente viva, mátalos de ahechu en menos de un segundu. A
les cuatro la mañana…
Los cadáveres… a mi gustame hablar con prudencia de
ellos. Salen quemaos, rojos… Agradable un accidente nunca ye, pero… Vagones que
llevaben dos mil kilos, estaben todos juntos; y el panzer estaba en un cruceru
amontonao, de la fuerza de la explosión. Cuando estas allí no pienses, lo
primero que haces ye una primera exploración. Acojonase, nada… Yo vi algún
brigadista vomitar cuando veía la sangre, cada uno ye como ye… Dicen que
estamos hechos de otra pasta, pero hay que trabajar. Y no puede quedar ninguno
dentro, eso ye sagrao. Yo oí muches coses, decir que la brigada no sacaba
gente, cuando tardabes una semana, otra... No se puede disparar, puede haber
una persona viva en cualquier sitiu.
Mosquitera fueron unes condiciones muy males, hubo que
invertir la ventilación. En lugar de meter aire en la mina, sacalo. Aparte del
incendio hubo un hundimientu de la capa que estaba ardiendo. Intentamos pasar
como fuera, pero imposible. Una quiebra, un derrabe… Ye como un argayu en un
prau, corta y arrastra, pero trescientos, cuatrocientos metros abajo. Hay
tonelaes y tonelaes de carbón. Presa, el tu amigu, sino hubiese sido por la
Brigada… (Ver “Cachinos de mina I, José
Manuel”) La capa de carbón estuvo quemando años, a los dos años pasamos a
tomar muestres y tovía estaba caliente.
Hubo dos que los sacaron medio muertos por Pumarabule.
De aquella, ocho brigadistas y yo caímos de los ojos, no había gafes pa el
humo. Hoy hay mascarilles refrigaraes por oxígeno, pero haz ya casi treinta
años… Salimos pa entrar por Carbayín, y cuando tábamos fuera dicen-nos que hay
gente en octava, el incendiu había sido en sexta [planta]. Hubo que entrar a
por ellos, bajar a octava, había doce, y entós intentamos ayudalos con la
técnica de “el biberón”, cogelos por el hombro y que respirasen del nuestru
rescatador, y luego respirábamos nosotros: pero no te soltaben el bocal.
Tuvimos que salir de allí, ir a la brigada, una movida… y meter equipos como el
nuestru. Al final sacamos a los doce vivos.
Esos cuatro que murieron, a mi no me tocó recuperalos,
ya teníamos quemadures en la cornea de los ojos. Uno de ellos había estao de
barrenista, y ya salía, eren de una subcontrata. Y garró la máquina y entró
otra vez a por el fiu; descarriló la máquina, y allí quedó el paisano, y costó
mucho sacalu… Por eso, cuando ves les películes de los marines esos americanos,
“no queda nadie atrás”… Eso ye lo que hacemos nosotros. Un paisano que entra
allí tien que entrar con la espalda cubierta, sabiendo que nosotros no dejamos
a nadie. Si el rescate fuera privao, de otra empresa, ya no era lo mismo. Son
los compañeros.
Cada uno de nosotros tien su equipo, trabajes con él,
y una vez cada quince días hay que hacer revisión total. Tenemos el mismu
aparato respiratorio, pero el equipo tien que estar graduao pa la capacidad
respiratoria, el pesu, la altura… Y esto de Totana, lo del guaje esti, un país que
tien una Guardia Civil como esta, unos bomberos, y una Brigada como esta, ye un
lujo de país. El agujeru de lo de Málaga… un metro, y poco más. Tienes que
llegar a saber que el guaje está ahí, ni un metro arriba ni un metro abajo,
microvoladures…
Y hubo un incendiu en Mosacro, y tuvimos que ‘tar dos
meses allí apagando el fueu, pero no hubo muertos. El presidente de Hunosa, era
Tejuca, una maravilla, era buen ingeniero y era mineru… Nosotros tabicamos toos
los planos, y hubo que cerrar el pozu. Y un día a primera hora vino Tejuca, y reunióse
con los brigadistas y el capataz de la brigada. Tejuca preguntonos que cómo
taba la situación y habló el capataz, Alfredo Álvarez, y Fredo dijo que la
situación no podía ser peor. Y preguntó: “¿Se puede apagar el incendio y
recuperar el pozu?” Y nosotros mirábamos unos pa otros, y mirábamos pa abajo, y
no decíamos ná, y mirábamos pa’l techu… Y en esto Ramón Hevia, el que va
conmigo a entibadores, no podía ‘tar callau, y soltolo: “Home… ¡pues claro que
si!”. Y tuvimos que ponenos a recuperar el pozu, Toes les navidaes, Nochebuena,
Nochevieja… Yo bajé cinco quilos. Había que entrar dentro los tabiques y atacar
el fueu con agua. Salíamos con el cascu marcau en la cara, quemaos… Dentro,
sóbrate todo, ocho hores… Menos mal que Hunosa se portó bien y luego nos pagó
una comida…
Yo estoy orgullosu de haber estao en la Brigada,
cuando veo a los compañeros en la calle, cuando te encuentres con uno, con otru…
Diz la muyer que yo echaba más hores en la Brigada que en casa…
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