Como dijo el abuelo Groucho: "Partiendo de la nada llegaremos a las más altas cimas de la miseria". También recogido por el general Custer: "De victoria en victoria hasta la derrota final"







jueves, 5 de septiembre de 2019

CACHINOS DE MINA VI, VAMOS XORRECIENDO.


JOSE ANGEL




De la Ferrera vivíen todos de la mina. Había un carpinteru o dos, dos ganaderos… Había setenta cases, pues sesenta, mineros. Boroñes, la Sierra… Bajaben dos autocares, uno pa la Nueva y otru pa Sotón, pa Carrio, San Mamés y Cerezal. Cuando llegaba al Condao, llenábase. En la Ferrera hay setenta cases numeraes; viven en veintitrés y diecisiete vieyos. A la vuelta de cinco años no ‘ta nadie. Cuando el río bajaba puercu no había fame en la Cuenca del Nalón; ahora que baja limpiu hay necesidades. En too Laviana había cuatro mil jornales. Y cuando hablen de que hoy ‘tan los pueblos vacíos, la mi guaja, que fue a la Universidad y hubo que pagá-i la carrera no ‘ta ganando ni la mitad de lo que toy ganando yo; y en Sant Gobain fue ingeniera jefe de mantenimiento. Yo en el año ’82 ‘taba ganando ya noventa mil pesetes; y ella hoy nun llega a los setecientos euros… 



 Mieu na, eso no lo pienses… Yo quedé una vez enterrau… En la Camocha verás lo que me pasó una vez; tábamos con un vigilante que era de Pola Allande de estos… salvajes, torpes… Como icaor y como postiaor había sio un diez, pero nun valía pa mandar… El casu fue que comimos el bocadillo, era un sábado, venti minutos pa comer el bocadillo de reloj, y luego ponese en tira… No pues descuídate mucho porque tas a destajo y el tiempu pasa. Y la maera, unes restallíes, los cuadros, plas, plas… y salimos dos veces a la galería… Y el vigilante, onde vais, no pasa ná, esto nun ye ná, qué cojones… nun hay roto ni hay n’a… tira-y p’allá… volvimos bajar y en esto suelten como un puñau de fariña… de polvo. Y yo garré la chaqueta y tiré pa arriba y dije, yo nun bajo más. Yo voy pa afuera. Dijo él, no marches, ¿eh? Yo marcho ahora mismo. Y era polvo porque la madera nun taba roto tovía. Pero cuando empieza a rajar y salir el polvo, mal tabaco; eso, por experiencia de los vieyos. Conque marchamos todos. Y era sábado. Y dijo él: “Porque ye sábado. Si el lunes nun ‘tá la rampla fundía vais a saber quién soy yo”. Tú mira qué hijo de puta… Y el lunes ya nun fuimos pa allá: ¡Hubiera fundíose!



OSCAR Y PACITA





‘Oscar  tien los güeyos grandes, redondos, güeyos que ven todo, que vieron todo. Cuando los güeyos de Juan ven Coto Musel ahí en frente, Juan echa a rodar la máquina del recuerdu. El pelo ye fuerte como el de un xabalí, blanco, como un cepillu. Y les manes son enormes, feches a trabayar, los deos estorbense unos a otros de puro grande. No yos fizo falta gimnasio, ni entrenamientu, son manes feches de fesoria, de palote, de trabayar con les mules. La espalda ye una pura columna, ahora sólo coge sacos cuando no lu ven los fíos. Pacita ye puru nerviu, ella peleó mucho, gusta-y disfrutar de la tarde de otoño cuando el tapecer empieza a bajar por encima de Peña Mea, allí en frente. Pacita diz orgullosa que el sol da por la mañana y por la tarde. Y cuando habla de los viajes de la su nieta (la única que tien, ella que vien de familia grande) ilumínense-y los güeyos, vivarachos, espabilaos, unos güeyos marrones.  La finca ye como dos campos de fútbol empinaos; hay que amarrar les pites pa que no caigan, y hay máquina de segar, pero tovía hay cachos que lo hay que facer a gadañu. La güerta mete mieu sólo de mirar pa ella, la de hores que debe meter ‘Oscar pa no aburrise a sus ochenta y cuatro años. Ahora ‘Oscar sólo tien dos vaques, pero llegó a tener cinco. Y por supuesto, hay que facer sidra de casa…



Oscar.- Yo entré a la mina a los dieciséis; antes, a les vaques. Era Coto Musel, aquí en frente. Dos hores andando, y otres dos de vuelta pa casa, con nieve, con agua, en madreñes. Y cuidao que no te cruzaras con la partida, o con la Guardia Civil… Y salíamos mojaos hasta el alma, y llegabes a casa pingando. Y a Valencia de don Juan no díbamos porque no podíamos, la paga era pequeña… Y cuando yo entré a trabayar, había que ir los sábados. Menos mal que no fice mili, porque a mi reclamome la empresa. 


De Coto Cortés bajé a Villar y ya era Hunosa, y allí ya trabajaba con la máquina; aquí era con mules, yo era caballista. Les mules eren a les buenes y a les males. Una de una patá rompiome el deu, otra diome una patá en la cabeza… Yo echaba-yos más comida que comía yo… Y ya empezaron a meter autobuses pa bajar al pozu… ‘Tuve treinta y seis años, jubileme con cincuenta y dos… 

 Pacita.- Yo siempre trabayé. Y cuando me casé dije, ya nun trabayo más; y cuando me casé, el doble. ¡Había que trabayar el doble! Y Sara fue a la universidad, ye el trabayu de ella… A mí cuando me explicó que marchaba pa Islandia explicómelo y ya lo entendí; pero tá muy lejos.  Y pasabamoslo mal cuando ‘taba por allí fuera, pero bueno… también te pué pasar al lao de casa. Y ahora ya marchamos un poco de vacaciones, ya levantamos un poco el vuelo: Benidor, Tenerife, que esti al principiu no y gustaba el avión, que dentro venti días marchamos otra vez, ahora ya ‘prendimos también… Y si supieras lo que necesitamos esos quince díis… esos son necesarios, pa la cabeza…Que ni toca el reloj, levánteste cuando quies, que ya lo tienes fecho, y visteste y marches, y llegues a comer cuando quieres… Ahora, que cuando Sara marchó pa China díjomelo el día antes, pa que no mos preocupáramos… Y que vaya a la universidá y que estudie, nosotros estudiábamos una hora de noche cuando podíemos… 


Yo cuando me casé compré la tela y fizome el vestíu una modista de la Pola, dónde ves tú ahora una modista. Él no, él ya ganaba pa comprar el traje. Y la funda de ganchillo pa el móvil fícela yo, ¿y no viste les fundes de les cames? Eses fíceles yo también a ganchillo…




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