JOSE ANGEL
De la Ferrera vivíen todos de la mina. Había un carpinteru o
dos, dos ganaderos… Había setenta cases, pues sesenta, mineros. Boroñes, la
Sierra… Bajaben dos autocares, uno pa la Nueva y otru pa Sotón, pa Carrio, San
Mamés y Cerezal. Cuando llegaba al Condao, llenábase. En la Ferrera hay setenta
cases numeraes; viven en veintitrés y diecisiete vieyos. A la vuelta de cinco
años no ‘ta nadie. Cuando el río bajaba puercu no había fame en la Cuenca del
Nalón; ahora que baja limpiu hay necesidades. En too Laviana había cuatro mil
jornales. Y cuando hablen de que hoy ‘tan los pueblos vacíos, la mi guaja, que
fue a la Universidad y hubo que pagá-i la carrera no ‘ta ganando ni la mitad de
lo que toy ganando yo; y en Sant Gobain fue ingeniera jefe de mantenimiento. Yo
en el año ’82 ‘taba ganando ya noventa mil pesetes; y ella hoy nun llega a los
setecientos euros…
Mieu na, eso no lo pienses… Yo quedé una vez enterrau… En la
Camocha verás lo que me pasó una vez; tábamos con un vigilante que era de Pola
Allande de estos… salvajes, torpes… Como icaor y como postiaor había sio un
diez, pero nun valía pa mandar… El casu fue que comimos el bocadillo, era un
sábado, venti minutos pa comer el bocadillo de reloj, y luego ponese en tira… No
pues descuídate mucho porque tas a destajo y el tiempu pasa. Y la maera, unes
restallíes, los cuadros, plas, plas… y salimos dos veces a la galería… Y el vigilante, onde
vais, no pasa ná, esto nun ye ná, qué cojones… nun hay roto ni hay n’a… tira-y
p’allá… volvimos bajar y en esto suelten como un puñau de fariña… de polvo. Y
yo garré la chaqueta y tiré pa arriba y dije, yo nun bajo más. Yo voy pa
afuera. Dijo él, no marches, ¿eh? Yo marcho ahora mismo. Y era polvo porque la
madera nun taba roto tovía. Pero cuando empieza a rajar y salir el polvo, mal
tabaco; eso, por experiencia de los vieyos. Conque marchamos todos. Y era
sábado. Y dijo él: “Porque ye sábado. Si el lunes nun ‘tá la rampla fundía vais
a saber quién soy yo”. Tú mira qué hijo de puta… Y el lunes ya nun fuimos pa
allá: ¡Hubiera fundíose!
OSCAR Y PACITA
‘Oscar tien los güeyos grandes, redondos, güeyos que
ven todo, que vieron todo. Cuando los güeyos de Juan ven Coto Musel ahí en frente,
Juan echa a rodar la máquina del recuerdu. El pelo ye fuerte como el de un
xabalí, blanco, como un cepillu. Y les manes son enormes, feches a trabayar, los
deos estorbense unos a otros de puro grande. No yos fizo falta gimnasio, ni entrenamientu,
son manes feches de fesoria, de palote, de trabayar con les mules. La espalda
ye una pura columna, ahora sólo coge sacos cuando no lu ven los fíos. Pacita ye
puru nerviu, ella peleó mucho, gusta-y disfrutar de la tarde de otoño cuando el
tapecer empieza a bajar por encima de Peña Mea, allí en frente. Pacita diz
orgullosa que el sol da por la mañana y por la tarde. Y cuando habla de los
viajes de la su nieta (la única que tien, ella que vien de familia grande) ilumínense-y
los güeyos, vivarachos, espabilaos, unos güeyos marrones. La finca ye como dos campos de fútbol
empinaos; hay que amarrar les pites pa que no caigan, y hay máquina de segar,
pero tovía hay cachos que lo hay que facer a gadañu. La güerta mete mieu sólo
de mirar pa ella, la de hores que debe meter ‘Oscar pa no aburrise a sus
ochenta y cuatro años. Ahora ‘Oscar sólo tien dos vaques, pero llegó a tener
cinco. Y por supuesto, hay que facer sidra de casa…
Oscar.- Yo entré a la mina a los dieciséis;
antes, a les vaques. Era Coto Musel, aquí en frente. Dos hores andando, y otres
dos de vuelta pa casa, con nieve, con agua, en madreñes. Y cuidao que no te
cruzaras con la partida, o con la Guardia Civil… Y salíamos mojaos hasta el
alma, y llegabes a casa pingando. Y a Valencia de don Juan no díbamos porque no
podíamos, la paga era pequeña… Y cuando yo entré a trabayar, había que ir los
sábados. Menos mal que no fice mili, porque a mi reclamome la empresa.
De Coto Cortés bajé a Villar y ya
era Hunosa, y allí ya trabajaba con la máquina; aquí era con mules, yo era
caballista. Les mules eren a les buenes y a les males. Una de una patá rompiome
el deu, otra diome una patá en la cabeza… Yo echaba-yos más comida que comía
yo… Y ya empezaron a meter autobuses pa bajar al pozu… ‘Tuve treinta y seis
años, jubileme con cincuenta y dos…
Pacita.- Yo siempre trabayé. Y cuando me
casé dije, ya nun trabayo más; y cuando me casé, el doble. ¡Había que trabayar
el doble! Y Sara fue a la universidad, ye el trabayu de ella… A mí cuando me
explicó que marchaba pa Islandia explicómelo y ya lo entendí; pero tá muy
lejos. Y pasabamoslo mal cuando ‘taba
por allí fuera, pero bueno… también te pué pasar al lao de casa. Y ahora ya
marchamos un poco de vacaciones, ya levantamos un poco el vuelo: Benidor,
Tenerife, que esti al principiu no y gustaba el avión, que dentro venti días
marchamos otra vez, ahora ya ‘prendimos también… Y si supieras lo que
necesitamos esos quince díis… esos son necesarios, pa la cabeza…Que ni toca el
reloj, levánteste cuando quies, que ya lo tienes fecho, y visteste y marches, y
llegues a comer cuando quieres… Ahora, que cuando Sara marchó pa China díjomelo
el día antes, pa que no mos preocupáramos… Y que vaya a la universidá y que
estudie, nosotros estudiábamos una hora de noche cuando podíemos…
Yo cuando me casé compré la tela y fizome el vestíu una
modista de la Pola, dónde ves tú ahora una modista. Él no, él ya ganaba pa
comprar el traje. Y la funda de ganchillo pa el móvil fícela yo, ¿y no viste
les fundes de les cames? Eses fíceles yo también a ganchillo…
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