Como dijo el abuelo Groucho: "Partiendo de la nada llegaremos a las más altas cimas de la miseria". También recogido por el general Custer: "De victoria en victoria hasta la derrota final"







lunes, 6 de enero de 2020

CUENTOS DEL RABINO (Y II)



Pues esto era un rico comerciante judio que era un miembro destacado de su comunidad: acudía a la sinagoga, a la que además hacía generosas contribuciones, leía la Torah, discutía el Talmud, observaba todas las celebraciones... 

Su punto flaco, ay, era su hijo, que, digamos, era un poco indolente... Vamos, que no daba un palo al agua. O sea, que no la quería ni al pie. Y el judío estaba deseperado con las calificaciones del colegio (rabínico, of course): Matemática, 1; Geografía, 0; Música, 2; Conducta, 0. Y así una vez, y otra, y otra... Matemáticas, 0;  Geografía, 2; Idiomas, 1; Conducta, 1... Así que, desesperado, el rico comerciante judio fue a hablar con el rabino. Una vez que le explicó su cuita, el sabio doctor de la ley talmúdica le dió su consejo: 


- Mételo en los Jesuitas...

- ¡Pero rabino! ¿Como voy a hacer eso, si mi familia ha seguido las tradiciones durante más de dos mil años, y mis antecesores estuvieron con Abraham en el desierto, y seguimos la Toráh, y observamos escrupulosomanete el Sabbath, y no comemos cerdo, y rezamos todos los días?

- Mételo a los Jesuitas... 

Y así se hizo, y el judió se aseguró una plaza en el colegio de los Jesuitas de su ciudad (¡será por perres!), y el hijo  empezó a ir al recinto de los frailones negros, y el padre se sentó y esperó... 

Y a los dos meses llegaron las primeras notas: Matemáticas, 6; Idiomas, 7; Geografía, 7; Música, 8; Conducta, 6. Y dos meses más tarde, Matemáticas, 8; Geografía, 8; Idiomas, 7; Conducta, 9. Y un poco antes de la Pascua (*aquí me ponen ustedes la que quieran: La cristiana, la judia...) las notas fueron las siguientes: Matemáticas, 8; Idiomas, 9; Música, 9; Geografía, 8; Conducta, 10.


Así que el judio llamó al hijo a capítulo: 

- Hijo, ¿qué ha ocurrido para que se haya producido en tí esa maravillosa transformación?

- Calle, padre, calle- respondió el retoño, aún sonándose los mocos contra su abrigón.- Resulta que al segundo día, me llevaron a la iglesiona esa que tiene los Jesuitas, tan enorme... Y todo estaba tan, tan oscuro, y casi no se veía nada... Y de repente vi  a uno, así, colgado de una cruz, medio desnudo, sangrando por todo el cuerpo, una corona de espinas, un cartel... Y pregunté: "¿Quién es ese...?" Y con mucho misterio me susurraron al oido: " Es el rey de los judios": Así que yo dije para mi, "Si hacen eso al rey... ¿qué no me van a hacer a mi?"... Y hasta hoy...  


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