Como dijo el abuelo Groucho: "Partiendo de la nada llegaremos a las más altas cimas de la miseria". También recogido por el general Custer: "De victoria en victoria hasta la derrota final"







lunes, 23 de noviembre de 2020


RULA

 La raíz mía vien de la minería, los mis güelos, mi padre, el mi hermanu… Yo era el benjamín y claro, yo fui pa la mina. Al final yo fui el últimu de la mi familia que entró. Mi güelu murió con 97 años, ni silicosis ni ná,  murió de vieyu, ellos trabayaben en mines de monte. Nosotros somos de la parte  de Cabufel, pertenecíamos a la parroquia de Lada… Mi padre venía aquí a Ciañu al pozu Samuño a Carbones Asturianos, salíen de casa a les cinco la mañana pa entrar a les siete. Andando, y  luego vuelve; uno con otro, eren quince hores fuera de casa. Yo cuando entré la gente ya venía en el camión, o veníen en autobús. Pero a veces había que venir andando hasta  Sama y coger la línea.

Había trabayu donde quisieras, de un día pa otru cambiabes a donde más ganabes; dejábeslo  aquí, marchabes pa allí y ya te decíen,  “sí, pués empezar mañana”. Mi padre y mi güelu trabajaben pa Carbones Asturianos, y gracies a eso pudimos bajar pa la barriá, porque la empresa construía vivienda pa los obreros. Cuando vinimos pa san Antonio, en la barriá les cases eren por pozos. Unos portales eren de Carbones Asturianos, otros eren pa Carbones de la Nueva…

El pueblu estaba construíu en torno al carbón, había que bajar el carbón de La Nueva, del Samuño, too por el valle del río Samuño hasta Ciañu y luego al tren a Sama. Carbones Asturianos sacábalo hasta el Cadavíu; tovía hoy se ven les tolves, la estación pa descargar los trenillos. Luego había unos cagilones que bajaben por encima de la Salle, por aquí detrás, y pasaben por un puente y luego llegaben al Pompián y allí ya lo basculaben. Carbones de la Nueva ya era diferente, ellos teníen un trenillo que venía por encima de la barriá hasta la Química del Nalón… Había nosecuántos trenillos dentro del pueblu, y luego ya lo sacaben a la FEVE y a la estación de Sama. Aparte de los mineros había maquinistas pa trabayar  los trenes, y luego carboneres, muyeres que recogíen el carbón pa vendelo. Contaminación ahora no hay nada, cada poco había riaes, nates,  que llegaben hasta el cruce de Ciañu, ahí donde el semáforo; una vez bajó una riada desde Samuño hasta aquí y entró por los bajos, la tintorería, la relojería de Maximino, la peluquería… cómo sería que el bar el Pozu  inundose hasta arriba. 

Cuando volvía mi padre yo siempre y miraba el bolsu, siempre me traía un pinchu, lo que y quedaba del bocadillo… Ojo, a mi padre y a mi güelu tocoyos trabayar una hora a la semana pa Pachu [Franco], trabayar gratis, aquello que decíen “pa levantar el país”. Trabayábase de lunes a sábado, y el domingo era descanso pa ir a misa. Mi padre era entibador, tuvo un accidente muy grave, había dos vagones y apegáronlu contra la pared, y operolu don Vicente Vallina, pero quedó muy mal,  la paga no llegaba a veinte mil pesetes, y eso con la ayuda del Montepío.

 Yo entré con veintidós años, pero libré la mili. Resulta que cuando tuve que hacer el reconocimientu pa Hunosa detectáronme una desviación en la espalda, y al poco llamáronme pa la mili, y fui al ayuntamientu y nadie miró pa mí, y dijéronme: “¿Usted alega algo?” “Bueno, yo alego la columna”, y estaba esta muyer del ayuntamientu que era joroba, y ella púsolo allí. Y luego llamáronme pa Oviedo, y primero fui al Rubín, pero luego mandáronme donde ‘taba antes lo de los autobuses, que había un hospital militar, y la sorpresa ye cuando me dicen que ´taba exentu. Y yo cuando me paraba la Guardia Civil, que decíen que tenía que cuñar la cartilla, yo decía: “No, que ‘toy exentu, mira el papel”. Y mira por dónde libré lo de la mili por Hunosa.   

Güelgues, era raro que trabajáramos un mes enteru; era raro el mes que no hubiera alguna cosa. A mi padre toco-y la güelga del ’57, la del ‘62, y a mí la del ’76. Cuando empecé a trabayar mandáronme al Trabanquín pa aprender de ayudante mineru, y tocáronme tres meses. Cuando no había güelga la Guardia Civil no te daba muchos problemas; eso sí, cuando te pillaben de noche había que saludar, buenas noches, y a dónde va usted… Y había muchos guardias competentes, buenes persones, pero había alguno… Estaba ésti  que estaba too el día en una Vespa, me parez que lu llamaben Cano, esi era mejor no te lu encontrar.  Había un paisano de Cabaños que el primero de mayo colgaba la bandera del Partido Comunista de lo más alto de una grúa, y cuando lu cogíen, porque era siempre el mismu, decía él: “Ahora subir a quitala vosotros”,

Yo siempre entregaba les perres en casa, y el mi hermanu, hasta que se casó con veinte años, también. El día de cobrar había que poner el sobre encima de la mesa. Y cuando iba a salir algún sábado o algún domingo, mi madre dábame quinientes pesetes pa los dos días. Había otros que no lo daben, o porque la madre no quería; pero yo sabía que en casa no estábamos muy allá, y yo tenía que aportar mi granito de arena; porque mi padre, con lo del accidente, empezó a trabajar de camarero en la sala de fiestes, en el Elefés; y cuando hicieron la asociación de alumnos de la Salle, mi padre era el que llevaba el bar.  Claro, había tal control que yo llevaba osties en toos los laos. Y cuando estaba caliente la cosa, a apuntar en la tienda, quién no apuntó en la tienda, aunque mi madre no era de apuntar…

Después tuve un accidente, cayome un peñón encima la pelvis,  bajó el techu y ‘tuve retirau diez años o cosa así, tenía la cadera deshecha; pero como se ganaba muy poco recurrí pa que me dieran el alta, y trabajé un año y prejubiláronme

Negocios en Ciañu, ya no digo ná, estaba a tope. Qué se yo… . Oficina de Correos, tres bancos, policía municipal… Había trabayu pa too el mundo; ahora, ná. Mira el [banco] Sabadell, que tovía nos cerró el otru día. Había una panadería en la Puente Carbón, otra en la avenida de Laviana, que era donde trabayaba Martagón el de los Stukas. Carniceríes habría como seis o siete, Peto, Esperanza, la carnicería de carne de caballo aquí al lao del instituto, la de Manolín, la de Marañón… Y bares ya no hablamos; pa haber aquí más de cincuenta bares… Por decite algo, pa arriba del Chato tovía había uno o dos; luego ‘taba el Chato, estaba la de Milito;  la de Caballero, Sarita…eso era sólo en la Nueva, sin llegar a Ciañu.  Sólo en la Nueva había catorce bares. Gente había a esgaya; tú date cuenta que por ejemplo, sólo en la Casona, allí arriba, que ya ye lo último del valle,  había como cien persones, y esos teníen que venir a trabayar desde ahí arribones. San Luis y Samuño eren dos pozos grandes, ya sin contar María Luisa, eren mil y pico jornales…

En la barriá eramos todos una familia, les puertes estaben abiertes. En navidad íbamos de un portal al otru, cantábamos… Tú date cuenta que de Cabufel bajamos un montón pa la barriá. Los chavales no éramos gamberros, pero éramos inquietos, siempre armábamos alguna; a lo mejor, cuando paraba el trenillo, metíamonos a coger un poco de carbón, hierro…  y vendíamoslo en la chatarrería de Tiva, apegao a la casa de Terente. Con eso alquilábamos una bicicleta que nos costaba, no sé si eren dos pesetes medíu día, cinco pesetes el día enteru, pa ir a bañanos a unes piscines que había en la Nueva, tirando pa la Fresnosa. El agua… salíamos congelaos, en verano, era increíble.

Los colegios seríen lo que fuera, claro que tiraben pa’l arzobispao, y pa los curas, y yo no entro en cómo fueran, pero por lo menos ayudaben a organizar el pueblu; tú mira too la gente que estudió en la Salle, y les moces en el colegio de les monjes, y en el Plácido Beltrán, y la escuela de Juaquinita en el Nadal; que antes tu ibes por la cera, y como pasara una señora, tú a la calle y la señora pegao a la casa, y lo de levantase en el autobús, como se enterase mi padre que no me había levantao pa dejar el sitiu a una señora, o a un señor mayor… eso dónde lo ves hoy… 

Tú fíjate si habría perres gracies a les mines que los colegios y el asilo estaben pagaos por la familia Felgueroso, sobre todo el de les neñes, que lu mandó hacer doña Rosario pa que estudiaren les críes. Así ye que el parque está dedicau a doña Rosario Felgueroso. Luego les  perres marcharon pa Gijón… Después la familia Felgueroso cogieron Mines de la Camocha, pero las perres hicieronles aquí. Mira cómo sería la cosa que con Franco, había un Felgueroso que fue alcalde de Gijón; y después, con la democracia, Paz fue alcaldesa de Gijón con el PSOE. Y ye que les perres no entienden de política. Eso sí, José Manuel, el que fue presidente de Hunosa, mandó que cuando muriese tirasen les cenices al pozu Fondón. Y allí ‘tá.

Había tres o cuatro curas, el que mandaba era don Amalio, porque hasta los curas de Sama dependíen del arcipreste de Ciañu. Cuando íbamos a confesar siempre queríamos que nos tocara el sordu; como no oía muy bien… Pero don Amalio ya te sacaba too el ficheru; primero preguntábate por tu padre y tu madre. “Tú yes fiu de…” “De Fausto y Luisita”. “Ah, claro, vosotros vivís en tal sitiu…”. En el colegio los frailes yo era un fichaje cojonudu, cada poco ´taba castigau en el pasillo; luego escapábamos por detrás a coger castañes; pero cuando volvíamos, “¿dónde estuvisteis?”, y nosotros, fuimos al serviciu; pero enseguida nos miraben la ropa, y encontraben les castañes, y osties al cantu; y cuando llegabes a casa, más palos.

Una vez un amigu míu, Victor, que ya murió, éramos uña y carne… fuimos a bañanos aquí en el Nalón, donde Campuná, y escaparon-nos con la ropa… Y tuvimos que ir desnudos hasta San Antonio, y garramos ropa de un tendal; pero cuando llegamos ya lo sabíen, y ya nos estaben esperando… Y venga osties,  el otru vivía en la esquina de allá, y oía yo les voces desde mi casa, y él oía les míes desde la suya… Y cuando íbamos a bañanos siempre nos pillaben porque llegábamos a casa con los oídos llenos de carbón, siempre te quedaba el carbón en les oreyes…

Y luego fui alcalde de barrio y tocáronme toes les guerres: lo de la droga, lo de la metadona, que lo queríen meter en un sitiu y otru, los emigrantes, distribuir comida por la barriá sin que se supiera que lo habíamos comprao en la Asociación de Vecinos o que lo donaben les monjes, lo del hospital de parapléjicos, que ahí también apoyamos… y decíame un amigu, tú cómo no te metiste en algún partido políticu, y yo, porque no me quieren en ningún lao…

 

1 comentario:

  1. Buenos días, Manolo.

    Le escribo desde una librería de Águilas, en Murcia porque tengo un cliente interesado en su libro "Cachinos de mina".

    ¿Podría indicarme cómo puedo conseguirlo?

    Un saludo y muchas gracias de antemano.

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