Como dijo el abuelo Groucho: "Partiendo de la nada llegaremos a las más altas cimas de la miseria". También recogido por el general Custer: "De victoria en victoria hasta la derrota final"







lunes, 10 de abril de 2017

BILBAO BILBAO 2017


Volvía con miedo, después de la caída de 2015: rotura de pelvis, tres meses de baja... Pero ya sabéis, "Caer está permitido, lo obligatorio es levantarse...". 
Así que con la excelente organización de Granjefe Chus llegamos al centro comercial Zubiarte a inscribirnos y comprobamos que cada vez regalan menos: unos manguitos (que al fin y al cabo me salvaron el día,como luego veréis...) y un llaveru... y a correr. 
El domingo 19 de marzo salió con muy buena temperatura. Y adivina, de todos los del GC BUenavista, el único que salió de corto: si,amigüitos, el nuevu... Así que Milión y yo, que estabamos igual de acojoneishon, decidimos hacer grupeta y salir juntos, exactamente a las 8:00, 21 kilometros por hora, paz, amor, buen rollito, pedaleando a nuestra bola, muybuena temperatura... 
Hasta que en el kilómetro 25 me da un ataque de asama terrible, como nunca me había pasado. En dos minutos quedé clavado, una subida suavísima,pero yo no podía, me tuve que posar. Si hubiera pasado el coche escoba, todo se hubiera acabado en apenas media hora. Menos mal que encontré el Ventolín que, por una vez, iba conmigo. 
Y como no podía retirarme porque no encontraba el coche escoba, decidí tirar hasta el avituallamiento. Menos mal que había muchos tramos llanos y que el puerto de Unbe solo tiene de tal el nombre. 
Así que una vez en el avituallamiento, me entró el ánimo otra vez. Y desafiando a la tentación (el hotel estaba justo al lado), decidí echar mi cuarto a espadas. Arranqué con la mosca detrá de la oreja, pero el recorrido era favorable, al menor hasta el puerto de Morga, al que ya llegas con 90 kms en las piernas. 
Aquí recordé el consejo del doctor González González (Chema el médicu) para tales tramos: apretar un güevu contra otru y aprovechar la bajada. Entrando en Bilbao volvieron los miedos: ¿Donde había caído hace dos años? ¿Porqué y como? (Os juro que no recuerdo nada de la caída) Y además, al entrar a Bilbao está el Col de Begoñet: cuando piensas que ya llegaste después de 110 kms, tienes tres o cuatro subidas en las que juras en arameo (o en euskera, según sea el caso). Pero los dos últimos kilómetros son de bajada y tienes las grandes avenidas para tí solo, te sientes Induráin. 
Y al llegar a la meta lloré, solté unas lágrimas por todo y por todos: porque había vencido el miedo de 2015, por mi madre y Marina (que siempre que salgo a entrenar me dicen: "Ten cuidado"), de los mis hermanos, los muertos y el vivo, de los entrenamientos a cara de perro, de los colegas de pedalada, de los días de frío, de la camiseta que me pagaron los guajes del instituto...Así que cuando me dieron el regalo (una resina que apenas cuesta dos euros que para mí no tiene precio) me puse torero: ¡¡VA POR VOSOTROS!!

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