Como dijo el abuelo Groucho: "Partiendo de la nada llegaremos a las más altas cimas de la miseria". También recogido por el general Custer: "De victoria en victoria hasta la derrota final"







lunes, 27 de abril de 2020

DIOS Y EL PARLAMENTO ASTURIANU


Esta es una de mis historias favoritas, ya la escribí en el blog en 2011. Dedicado a mi amiga Fernanda Campa, por todes les histories que pasamos por allá, que daríen pa llenar tres blogs...


Pues señor, había un cubanu que yera muy buenu, muy buenu, y taba tool día yendo a misa, y venga a rezar. Y el cubanu murió y Dios subiolu p’al cielo, y allí venga a rezar, y day, y por la mañana coro, y misa, y al mediodía misa, y por la noche rosario…

Y un día el cubanu cansose y fue a ver a Dios:
 
- Oye, Dioh, yo te voy a desil, yo etoy mu a gusto acá y muy contento, pero… to’l día que si resa p’acá resa p’allá… y yo te digo, ¿no hay algo máh?
 

Dios quedó así un poco sorprendiu, pero dijoi:
 
- Bueno, mira… Precisamente tenemos un conveniu aquí con el infierno que acabamos de firmar… una especie de beca, como un viaje de estudios…
 
Y el cubano estiró la oreya y dijo: “¿Y cómo eh que es eso?
 
- Bueno, es una especie de todo completo, un viaje de siete días y a los siete días vuelves p’acá…
 
- Eso no mah e’ lo que yo quiero…
 
- Bueno, entos vienes mañana y firmes los papeles.
 
Y al día siguiente fue p’allá, y despidiose de dios- “Pero yo dentro una semana no máh voy a volver”- y bajó p’al infiernu…
 
Y encontrose con unes luces de neón, y un láser como el del Model’s, y música por toes les esquines. Y recibiolu el diablu:
 

- Oye, que yo soy…
 
- Si, si, tu yes el cubanu… bueno, hombre… a ver, abre esa puerta- y abrió una puerta y había comida fría, y caliento, carne, pescao, postres…- Bueno, pués comer lo que quieras cuando quieras. Pero tovía no terminamos. A ver, abre esa otra puerta- y abrió y había allí bebida fría, caliente, vinos, champán, mojitos, cubalibre… el cubanu alucinaba. Pero dijoy el demonio- Tranquilu, que todavía hay más. Abre esa otra puerta- Y el cubano abrió, y había una pila de muyeres cojonudes en lencería fina.  El cubanu aullaba…
 

Y pasó una semana, y el cubanu ya os podéis imaginar. Y cuando pasó el tiempu el cubanu volvió p’al cielo, pero ya no taba tranquilu, ya subía pa allá  ranciendo… y cuando llegó a Dios, dijo:
 
- Oye, Dioh, ya tu sabeh… Yo ehtoy muy a gusto acá, pero tanto rezar, tanto rezar… Como que yo quiero bajar p'allá otra vez…
 
- Bueno- respondió Dios- Bajar puedes bajar, pero… si bajes, esta vez ya ye definitivo.
 
- Oye, si, mi Diosito, tu sabeh que yo te apresio, pero tu ya ves…
 
- Bueno, bueno, vienes mañana y ya firmes los papeles pero acuérdate que esta vez ya non tien arreglu.
 
Y al día siguiente el cubanu firmó el libramientu y bajó p’al infiernu.
 
Y cuando llegó allá taba too oscuro, no había luces, no se veía nada… Y abrió una puerta, y taba esperándolu el demonio con una estaca, y ¡ras! Un focicazu en toos los dientes. Y garrolu por el pelo y venga, pa la caldera, y el diablu venga a soplar… y cuando taba cociendo a fuegu lento dijo el cubanu:
 
- Oye chico, ¿Pero qué eh lo que pasa acá?
 
Ydijo el demoniu:
 
- ¡Ay, amigo!... Ahora que ya nos votasteis… 


PROPINA = HISTORIA VERÍDICA:  Cuando fuimos allá nos llevaron al Tropicana a ver el show, un guía que se llamaba... ¿Como se llamaba, Fernanda? ¿Eduardo...? El show era muy bonito, pero estaba dirigido a los turistas, muy medido, totalmente milimetrado hasta el más mínimo detalle. Así que cuando acabó el "chou" nos invitaron a todos los turistas a volver al hotel; pero hacía una noche tan maravillosa, lo estábamos pasando tan bién, que Fernanda y yo decidimos quedarnos y... que saliera el sol por Antequera. Y allí nos quedamos los dos a eso de las diez y media de la noche, los únicos turistas entre... cuatrocientos, quinientos cubanos, que bailaban, como podéis imaginar, de maravilla; y a la pista de baile que nos fuimos Fernanda y yo. Ahora, como Fernanda baila muy bien, yo me cogi a sus caderas imperiales  y salí por peteneras. Repito, cuatrocientos cubanos, Fernanda... y yo, dando-y a la patuca.

Como sería que, cuando volvimos a la mesa,  vino uno de los camareros y me dijo con gran ceremonia: 

- Compay, vengo a felicital-le, porque hase tiempo que no vemoh uno que baile... tan mal como usted. 

VERIDICO.

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