Como dijo el abuelo Groucho: "Partiendo de la nada llegaremos a las más altas cimas de la miseria". También recogido por el general Custer: "De victoria en victoria hasta la derrota final"







viernes, 17 de abril de 2020

TRES DE MUNICIPALES



Cuentan en la noche de los tiempos... No, más cerca, a finales de los años 60. Mi padre se lo oyó a alguien que lo oyó a otro que tenía un cuñado que, por supuesto, había estado allí.


Si conocisteis Langreo en los sesenta, había una calle que unía (algunos dicen que desunía) Sama y la Felguera. Yendo hacia la Felguera, a la izquierda estaba todo el entramado del campo de fútbol, Ganzábal. Se dice que hay campos de fútbol que tienen solera, presencia. Ganzábal tenía pátina: una mezcla entre el castillo e Drácula y Auschwitz. A la izquierda estaba una carreterucha que daba paso a la antigua fábrica de Ensidesa- La Felguera (Hoy Valnalón). Y en el medio, donde hoy está la rotonda y la fuente ("La Emeritona"), impasible, el cruce. Y en el cruce, él. 

El municipal, un mancipaleru de aquellos salidos de la guerra, pobre como una rata y mal pagado hasta la médula (los amigos de mi padre contaban que uno de ellos había vendido la pistola, y en otra ocasión había emitido, sin billete, participaciones de la lotería de Navidad... que luego resulta que tocaron. Pero esa es otra). En la cabeza llevaban, no se sabe porqué,  un casco colonial que pesaba una tonelada. Pasaba tanto frío en el cruce que la leyenda jura que dirigía el tráfico con la patuca con tal de no sacar las manos de los bolsillos de aquel abrigón tan enorme.

Un día bajaba un coche de la fábrica mientras que otro venía de Sama, y nuestro guardia dió paso a los dos coches... a la vez. Evidentemente, el galletón fue sublime. 

Y según iba a tomar nota (o a lo que fuera) del accidente, iba comentando: 

- ¡¡No, si esto ya lo veía venir yo!!   

                                              
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una variación que me apunta mi excelente amigo y anterior compañero de instituto Juán Felgueroso. Un coche se dirige de Ciaño a El Entrego por la carretera central de Langreo. Otro coche desciende del Valle del samuño, de La Nueva. Lógicamente,  se estrellan uno contra otro con gran estrépito. Inmediatamente se dirige hasta allí el guardia apelado como "Caragochu", que resolvió la cuestión con una pregunta digna del mismo Santo Tomás: 

- A ver, ¿quién chocó primero?

                                                     
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La versión de Villaviciosa es igual de truculenta. O sea, que no llegó la sangre al río. Por lo visto, en cierto momento se esperaba la visita del Presidente del Principado para ir a inaugurar las obras en la estación Pomológica. ¡Perdón! Hoy  el IRIDA, a mano derecha según llegues a Villaviciosa. Ye igual, porque el IRIDA ya estaba inaugurado, pero bueno... Y luego, el presidente iría al Ayuntamiento a cumplimentar al Alcalde. Así que cogieron al municipal de turno y le dijeron: 

- Bueno, chaval, como va a venir el presidente, tu ponte ahí a cuidar el tráfico y que no pase nadie. 

Y efectivamente, debido al celo del agente, no pasó nadie. Cómo sería que cuando llegó el séquito del presidente, el guripa se negó  a dejar paso a la comitiva. Así que uno de los figurantes de la partida se bajó del coche y se encaró con el celoso cumplidor de la ley: 

- ¡ Pero bueno, chaval, déjanos pasar, que tenemos que ir al ayuntamientu, que ye el Presidente!

Y el buen agente, orgulloso de su cometido, zanjó la discusión: 

- ¡¡A mi mandáronme tornar y yo torno!!
 





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