(Este lo tenéis en YouTube por Leo Harlem; no sé quién lo cuenta mejor en persona, si él si yo...) Y se lo voy a dedicar a mi compañeira Nuria, que ye de por allá...
Dos gallegos que están trabajando en Londres y ya llevan tresmeses hasta el moño de comida rápida: que si fishandchips, que si hamburguesas, que si sandwiches...
- Ay, Carballeira, si pillásemos as cosas de nuestra terriña...
Y oye, efectivamente, un día doblan una esquina así en Picadilly, y zas, de frente: "Restaurante A Conselleira". Y sin decir nada, se lanzan alá como dos aviones en picado. Así que entran.... y en la recepción un camarero japonés, vestido de gallego, tocndo la gaita. Con un impecable acento de Cambados, pregunta el oriental:
- ¿Y que desean os señores?
- Bueno, si se puede... una mesiña para dos...
- Cómo no se va a poder, siganme por aqui os señores... Les voy a poner una mesa al fondo para que no les molesten.
Así que avanzan los gallegos, sorprendidos, por el medio del local, el japonés delante tocando una muñeira. y cuando ya son sentados, empieza la letanía:
- A ver, para empezar les sugiero unas almejas y unas ñécoras, unas vieiras del peregrino que ayer todavía cantaban en la ría; y tenemos unlacón de porco riquísimo con grelos... El pulpo todavía se está peleando con el camarero. Todo ello con el mejor alvariño de Ourense.
- Bueno, tu vete trayendo, vete trayendo.
Una vez acabados los entrantes, el japonés sigue desplegando sigue el ágape:
- Pues podemos seguir con una lubina de A Costa da Morte frente a San Andrés de Teixido, que si non vas de morto vas de vivo; y una ternera que ayer todavía pastaba por la mariña lucense; y podemos acabar con un queso de tetilla que es teta de novicia, y la tarta Santiago; y después ya les hago yo el conxuro dela queimada.
Entre tanto, viendo el percal, un comensal le dice a otro: "Oye, mucho me parece a mi esto; aquí vamos a dejar una millonada".
Y al acabar las viandas el japonés saca una olla pa hacer queimada como pa ocho, y recita... "Mouchos, coruxas, sapos e bruxas. Demos, trasgos e diaños, espritos das nevoadas veigas. Corvos, pintigas e meigas, feitizos das menciñeiras. Podres cañotas furadas, fogar dos vermes e alimañas. Lume das santas Compañas..." De memoria, sin equivocarse ni una línea. Las llamas llegaban al techo...
Y cuando ya los gallegos están que lo echan por los ojos, dicen: "Oye, traenos la cuenta cuando puedas". Y cuando se va el camarero, comentan entres si: aquí vamos a dejar la para del més. Pero cuando llega la papela, el comentario se suaviza:
- Oye, pues no está mal, era menos de lo que pensábamos; pagamos bien, pero comimos, ¿eh?, comimos... que no se diga.
Y tras dejar una suculenta propina, uno delos comensales le pregunta al japonés:
- Oye, ¿podemos saludar al propietario, por aquello de si es de la tierriña?
_ Y cómo no van a poder saludarlo, ¡Amancio!, estos señores...
Y sale Amancio, una barriga que da la vuelta al mundo, elpelo del pecho reventando por los botones de la camisa, limpiándose las manos con el mandil:
- ¿Qué pasa, hombre? Así que los señores son de la tierriña...
- Mira, yo soy de Betanzos, y este de Puentedeume...
_ Ah, pues en Puentedeume tengo yo una prima que está casada con el cabo de la Guardia Civil, y la boticaria es prima segunda de mi madre... ¿Y no conocerán...?
- Y cuando ya hay confianza, uno de los gallegos pregunta:
- Oye Amancio, comer comimos muy bien; entonces, una cosa que nos extraña, un restaurante tan típico... ¿Cómo tienes aquí al japonés este vestido de galleho y tocando la gaita?
Y contesta Amancio, poniémdose un dedo en la boca:
- ¡¡Chist, que no se entere él, que lo tengo aquí trabajando gratis, y piensa que este es un restaurante típico de Escocia y que está aprendiendo inglés!!
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